viernes, 15 de marzo de 2019

TE CONOCÍ





Te conocí cuando surcaban las hojas en primavera
y un rumor de abejas llenaba la colmena de mis ansias.
Llegaste desde más allá del horizonte
dejando huellas esparcidas por el prado.
Como un milagro nos encontramos,
he ahí, la llama del amor despertó.

Ahora no quiero pensar te alejes,
ni menos para siempre.
Ya formas parte de mi vida, imposible
caminar sin tu mano,
tu palabra, 
tu presencia.
El rastro que dejamos es de puro amor,
una combinación de no me olvides y de besos.
Un aletear de pensamientos
que nos conminan a escribir sobre la arena,
sobre el verde de los campos,
uniendo nuestros nombres en la corola de una margarita,
en la huella que siembra el sol cuando amanece.

Desde que te conocí fuimos uno,
recorriendo los caminos de la vida,
volviéndonos infinitos en el amor.
¿Cómo olvidar ese momento supremo
cuando tus ojos se posaron en los míos
y florecieron gardenias en el jardín del azul?
El canto de los pájaros saludó nuestro encuentro
y un poema escapó de los labios
del cauro despeinando atardeceres.

Ahora es difícil separarnos un momento,
pensar siquiera en una larga soledad,
sin tu presencia, sin tu palabra, tu ternura.
Vamos por el mismo sendero sembrando versos,
delatando injusticias, alabando la piedad.

Nuestro mundo circunnavega los caminos del amor,
la infinita caricia de los astros anochecidos
besa los párpados de la tierra
y nos incita a continuar esparciendo semillas
en la página abierta de la comprensión,

Abrazados  por el silencio de la inmensidad
surcamos las profecías de los enamorados,
como una página sellada por un beso
en el cuaderno mágico del amor,
desde el día en que te conocí.










viernes, 1 de marzo de 2019

EL MISMO CUENTO




Han pasado muchos años y Caperucita ha  crecido. Ella es una  buena cazadora de codornices y como de costumbre  se levanta temprano para ir a cazar al bosque.
Como siempre  se encuentra con el lobo que anda renqueando de una pata y tiene un ojo con glaucoma.
-Hola  Caperucita, ¿qué te trae tan temprano al bosque, vas a casa de tu abuelita? La joven lo mira con ironía y  exclama que la abuela, hace tiempo que  está bien muerta.
-Ya veo que vas a salir con el mismo cuento, le reclama desafiante. Es tiempo que te olvides de ese estúpido y mentiroso cuento, ¡despierta!
-¿Cómo que estúpido?, si fue en mis mejores tiempos de mozo, cuando, cada vez que  lo contaba, me engullía a la nieta y a la abuela.
-Ya basta, pobre anciano tuerto, siempre tienes el mismo ridículo sueño, la realidad es distinta, ¡hombre! Nunca te comiste a la abuela ni menos  a la que a habla, recuerda que yo fui la que te dejó tuerto y con la pata  torcida por sinvergüenza y descarado.
-Ah, oye mujer, no me gusta tu versión de los hechos, es más tierno saber que me las comí a las dos.
-Como quieras, sigue con tu cuento y déjame pasar que  se me escapan las codornices  del almuerzo.
- Ah, está bien, pasa, pero ¿pudieras darme una para mi desayuno?
-Está bien, viejo lobo, y no digas que  no te  ayudo,  ¿podrías refrescar tu mente y  reconocer que tu cuento ya  está obsoleto?
-Oh, gracias, buena mujer, veré si puedo.
Pobre  viejo tuerto, los niños y niñas de hoy ya no creen en esos fantásticos cuentos,  ahora ellos saben, cuando les están mintiendo.