miércoles, 15 de septiembre de 2021

LA MESA


 La mesa se tambalea, convulsiona,

se le ha caído una pata, las otras no están seguras

y pierde el equilibrio.

No puede sostener la sopa, nada,

ya no tiene fuerza, mantenerse firme es un milagro.

Es una mesa antigua, muy vieja, edad decrépita,

se le descascaró la sonrisa y ha perdido el color.

 

Por nada oscila como si un escalofrío

recorriera sus fibras.

Se siente temerosa  la releguen al establo

y lo peor le  pudiera suceder,

ser leño de la  salamandra.

Tiene un color terrible, nadie querrá tomar el té

ni compartir los bizcochos.

 

La mesa esta en problemas serios,

Piensa, ha llegado su hora, se le nubla la vista,

la pieza le da vueltas, la ventana se aleja,

y en su conciencia de roble los recuerdos la invaden.

Con sus tres patas flaqueando

la mesa por un momento, se sobrepone,

lanza un crujido de árbol,  siente  pájaros cantar

y a lo lejos en murmullo,

alguien la está llamando.

 

Sus ancestros  vienen en su rescate.

La mesa suspira aliviada,  eleva los ojos al cielo,

y con infinita paciencia

crepita su corazón marchito,

tiembla toda su estructura

y allí mismo,

                   se desploma.

 

miércoles, 1 de septiembre de 2021

NOCHE DE NIEBLA


 

La niebla dormía profundamente sobre la periferia de la ciudad. Callejones estrechos y malolientes se descolgaban por cualquier parte como pasillos laberínticos que, el viento penetraba desapareciendo tras una retorcida escalera.

La niebla, de pronto lanzó volutas al aire, soñaba una danza magistral por entre los árboles y cubriendo los tejados con su lengua fantasmal. Los suspiros se elevaban más allá de las chimeneas, juntándose con el aliento tibio que escapaba de las fogatas.

La niebla despierta de su mullida almohada y sale de su letargo a curiosear, entra en cada rendija que se le ofrece, enfriando el ambiente con su halo gélido. Luego se esfuma por las chimeneas como un espectro y  va deslizando su cuerpo gaseoso por el pavimento, cual precoz danzarina. De vez en cuando, la niebla llega hasta un callejón sin salida que entorpece su frágil baile, eso no le gusta y vocifera con palabras inentendibles que sólo el viento traduce y lleva lejos de las colinas circundantes para que nadie las escuche.

Deja una huella húmeda a su paso, pareciera llorar por algo que no recuerda. La noche llega a su punto final, un coro de pájaros anuncia la madrugada que irremediable abre los párpados del día. La niebla bosteza entristecida, hunde su cara en el río más cercano y se aleja sollozando en busca de consuelo hasta la noche siguiente.