jueves, 15 de diciembre de 2022

EL OMBLIGO DEL MUNDO


 

Los hombres de piedra siguen custodiando su isla. No recuerdan quién les asignó esa tarea, hace ya tantas lunas y pelicanos que empezaron a cuidar  el lugar de sus ancestros. Solo saben que  allí poblaron este vasto territorio, alejado de todo el continente, hombres como ellos, grandes y fortachones, que arrasaban con cualquiera que llegara con ansias de conquista. Ellos se movilizaban, recorrían a grandes zancadas la isla. Auscultaban el aire con sus anchas narices, y estaban siempre atentos a los barcos que trataban de arrimarse a la isla. La mayoría se acercaba demasiado y  quedaban destrozados por los arrecifes y rocas que protegían  la isla. El oleaje llevaba a tierra los despojos y maderos destrozados sin seres vivientes.

Los hombres de piedra tallaron sus rostros en  enormes montículos de roca, sembraron las estatuas monolíticas humanoides  a lo largo de la isla, especialmente en espacios vistos desde el mar, para proteger y ahuyentar a los osados invasores.

Isla de Pascua, junto a sus  moáis de piedra y esculturas  talladas en madera del árbol llamado Tolomiro, especie arbórea endémica de la isla ahora en extinción, está situada en medio del océano pacifico, en el  mismo sitio del ombligo del mundo, alejada de toda civilización, lo que hizo que fuera muy difícil llegar a ella. Solo una vez que los gigantes de piedra desaparecieron, dejando sus tallados custodiando la isla, comenzaron a llegar los migrantes de la Indonesia, poblando y creando la cultura Rapa Nui.

Hasta hoy en día, nadie sabe quiénes fueron los  artesanos que tallaron la piedra en grande bloques y  que  fueron trasladados a diversos lugares de la isla. Aun se pueden hallar  piedrotas  semi talladas,  esperando la vuelta de los hombres gigantes que aun no  han retornado a recuperar su isla.

 

 

jueves, 1 de diciembre de 2022

LA DAMA

 

La desconocida, atraviesa el bosque,

corre a esconderse entre la espesura,

teme que su atuendo se convierta  en un montón de ramas.

No sabe cómo llegó hasta  allí, vestida de aquel modo,

quién le embrujó el destino, su identidad desconocida.

 

Las sombras de la tarde penetran el camino,

 le asusta el zumbido del viento,

el graznido de pájaros de mal agüero,

la soledad que susurra en sus oídos

y la envuelve en un mundo incierto.

 

Ella corre con sus cabellos desgreñados,

una alfombra de hojas moribundas

se aferra a su vestido,

desgarrándolo en miles de fragmentos,

 al tiempo que  ramas

escalofriantes de desamparo, le roban sus cabellos.

 

La dama ve su camino lleno de presagios,

algo siniestro la persigue,

no quiere mirar hacia atrás,  corre sin rumbo.

Despavorida ve con horror que su vestido

va quedando en el vacío,

acumulando más incertidumbre,

convertido en follaje.

 Un ser de cara leñosa  abre sus brazos,

y la atrapa con dulzura.

 

Ahora  su desnuda  figura,

 es solo un montón de sarmientos esparcidos.