lunes, 15 de mayo de 2017

ESA VOZ



Esa voz me ha perseguido sin darme tregua. Interfiere en mis decisiones, cuando estoy a punto de escoger. Se enlaza entre el tupido ramaje de mi árbol preferido  en el parque. Insinúa condiciones que no existen para que  yo titubeé y elija lo peor, callarme o armar un alboroto.
Esto no me gusta, la situación es intolerable. Los  susurros no me dejan pensar,  alteran mi sangre y cambian  mi estado de ánimo. Alguien debería alejarla de mí, encapsularla en un frasco hermético y lanzarla al espacio.
Esa voz que se alarga por la madrugada o por la noche, se desliza  calle abajo, está sin control, hurguetea en mi cerebro cambiando mis pensamientos como si fueran una baraja de naipes y los acomoda a su entera voluntad.
Estoy a punto de naufragar en un mar de intolerancia si alguien no se atreve  intervenir. Es increíble lo perseverante que es, tanto que he decidido ponerme unos tapones en las orejas. Aunque he pensado que puede venir del interior, ojala  me equivoque y  así, pueda descansar de su lánguido sonido como si  sufriera de algo.
Quisiera saber si esto que me acontece les sucede a otras personas, si es una voz común o es individual. Aún no me atrevo a preguntar,  a contárselo a alguien, puede que me cataloguen como demente y luego me encierren en un manicomio. Por eso sigo sufriendo su acoso diario. Pienso que también se introduce en mis sueños y me los arrebata para sí misma.  Anoche al cerrar los ojos cambió  rápidamente mis pensamientos, llevándome a un mundo desconocido  en donde las mujeres se ofrecían en las vidrieras y calles de una forma que nunca había visto. La voz ahora tenía un cuerpo que en nada se parecía al mío. Vestía una minifalda muy escandalosa, mostrando más de lo recatado. Los senos estaban a medio cubrir, y sus labios de rojo granate lanzaban provocativas  insinuaciones al aire. Yo estaba impávida, no tenía movimiento solo podía ver y escuchar nada más. Ella se había apoderado  de mi subconsciente y reía mirándose en un pequeño espejo el rimen de sus pestañas.
Por un momento quise despertar y acabar con su libertinaje, pero algo me contuvo, tal vez era bueno saber hasta dónde llegaba con su  actitud provocadora. Era la primera vez que se descubría ante mis ojos, siempre escuché esa voz que me perseguía, pero ahora se había desdoblado, bueno, eso pienso, porque si fuera mi sueño, me veía a mi misma accionar una aventura, sin embargo, ella tenía su propia personalidad y  actuaba a su manera, mostrándome quién era realmente y qué pretendía al querer apoderarse de mis sueños y a lo mejor de mi vida.
Usaba unos tacones de agujas que la hacían  lucir más alta y atractiva. De pronto,  una mujer cercana le ofreció un cigarrillo y comenzó a aspirarlo,  el humo invadió mis pulmones mientras ella aspiraba, y luego lo dejaba salir  lentamente entre sus labios. Yo quise protestar, pero era como si me hubiera convertido  en eso, nada más, una voz que  nadie escuchaba y que ella ahora pretendía ignorar.
Un automóvil se detuvo junto a las mujeres y ella se ofreció gentilmente. Con una sonrisa en los labios entró en el auto. Un hombre  cuarentón muy bien vestido le dijo algo que no entendí, y ella le devolvió otra sonrisa, acomodándose en el  asiento. Luego descaradamente se acercó al individuo y lo acarició, como si lo conociera de mucho tiempo. Comencé a sentir bastante calor, un sudor envolvente se deslizaba por mi cuerpo produciendo una especie de placer desconocido.
El auto se detuvo y pronto estaba en un cuarto, con muchos espejos, me quedé asombrada mirándolos desvestirse de diferentes ángulos. Pero yo no tenía reflejo  allí, era una observadora. Los dos se lanzaron en una lucha de cuerpos y besos que me  alborotó la sangre, las quejas de la mujer  sonaban en mis oídos y penetraban mi piel sin control. Traté de gritar, no me gustaba esa rara sensación que me invadía, era tan intensa que me quedé sin aliento. Recorría mi cuerpo como un torbellino, dejándome a  su entera merced, dominio que gozaba  a su antojo. Esa mujer era todo orgasmo y quería convencerme que le era necesario. Me miraba con sus ojos llenos de lascivia poco contenida, pretendiendo mi consentimiento con una súplica agazapada que me crispó los nervios.  En un momento de lucidez dentro de la  pesadilla, vi un vaso cerca de mi mano y lo tomé sin pensar. Dos veces la golpeé en su cabeza para que dejara de mofarse de mí. ¡Es una mala, mala mujer!,  no debería existir. La golpeé de nuevo. El hombre había desaparecido no sé en qué momento. Y de pronto desperté, desnuda, sudada  y con un vaso ensangrentado en mi mano. Más allá, una voz  se quejaba a lo lejos.




sábado, 6 de mayo de 2017

ADICTA A TUS LABIOS



Llegas en la madrugada cargado de besos,
sol infinito de amor.
Cual mariposa de azúcar rosas mis labios
y me vuelvo adicta a tus caricias, embriagada
suplico a los dioses, no te aparte de mi lado.

Eres como te he deseado, ardiente, sensual,
despiertas en mí la pasión dormida,
huracán desenfrenado nos envuelve implacable.
Tus brazos son lazos que cobijan mis desvelos,
cuna de mis  quebrantos, asilo de mis dolores.

Soy adicta a tu presencia, a tu palabra
a la miel de tus susurros, gratos momentos melancólicos
y convierten tristezas en alegres mariposas.
Adepta a tus locuras, a la seriedad de tus convicciones,
voy siguiendo la huella de tus pasos
hasta alcanzar tu mano, tu cuerpo, tus labios,
así me fortalezco de la dulzura  que emanan tus besos,
como el árbol se sacia del manantial.

Vamos por el mismo camino lleno de zozobras
mas, tú eres luz en los momentos difíciles,
salvador de detalles, reparador de sueños,
zurcidor de profundas  heridas.

Soy adicta a tu persona, a la fragancia de tu cuerpo,
al abrazo que nos confunde y convierte en
criatura de dos espaldas, nadando en las aguas
del amor.
Llegas siempre cubierto de esperanzas
seguido por cálidos amaneceres,
calman mis ansiedades  e iluminan  mis días.
Mis noches se vuelven encendidos crepúsculos
y luciérnagas embebidas, circundan mi alma.

Adicta a tu ser, al almíbar de tus besos
recién recogidos  del alba,
a la dulzura que circunnavega tu presencia
enarbolada  junto al nacimiento del astro.

Y eres más que eso,  tierno amanecer,
rayo que circunda mi vida,
espejo en donde  el reflejo de  concupiscencias
no tienen barreras entre caricias.

Incondicional al  llamado de tu piel,
al desorden de mis pensamientos,
me entrego una y otra vez al embrujo de tus labios.
Siempre en mí, como una adicción,
llegas de noche o de día

a iluminar la huella del último beso.