miércoles, 15 de octubre de 2014

DECIRTE TE AMO



Mírame,
estoy a punto de decirte: te amo.
En la boca se desliza la silueta de un beso
y en mis manos la suavidad del tacto
prende la piel en una hoguera.
Mírame con esa mirada,  deshiela  inviernos,
desnuda los árboles, hace llorar el cielo.

 Tus ojos,
encendiendo  flamas en la oquedad de la noche,
tienen mi corazón prendido a tus palabras.
Paso a paso hemos recibido el mensaje,
en el alba y al cenit voy hilvanando las sílabas
adecuadas y formar la palabra “te amo”.

Y pienso,
cómo decirte,  te  correspondo,
en cada abrazo, en cada beso,
en la mirada emotiva, siempre hay ternura
al pronunciar tu nombre.
No temas, bien mío,  estoy aquí
esperando el abrazo, el susurro que volverá
el rubor a mis mejillas.

Decirte: te amo, en lo rutinario del día
en la  tibieza de la noche,
en el abrazo, el roce,
en el susurro y el beso enternecido,
es parte primordial en nuestro camino
y en todo nuestro cuerpo hay un te amo hilvanado a la piel
escapando de  los labios en un instante sempiterno.

Cada día con su noche todo mi ser te dice, te amo.
Es un lento caminar  que nos  ata
a las rudas piedras del sendero,
mas, estando juntos,  se hace más fácil la jornada
aferrados el uno al otro, al mismo destino.

Bien mío,
una mirada de tus ojos enamorados
sosiega inquietudes del mañana.
Eres como un bálsamo  de infinita ternura,
acallas con  calma los absurdos de la vida.

Mírame amor,
estoy a punto de decirte: te amo,
decirte, eres más allá de lo posible,
la razón de mi existencia en esta tierra.


miércoles, 1 de octubre de 2014

REALIDAD O PESADILLA



Abrió la puerta y cayó fulminado por un tiro.
El proyectil le atravesó la cabeza en un instante. Al comienzo la mujer quedó como sonámbula, no atinaba a nada, su cuerpo paralizado por breves segundos, quedó en la misma posición, hasta que los gritos de su hija la despertaron de esa amnesia temporal, -creí que era un ladrón, balbuceó.
-¡Madre!, ¿qué has hecho?, le cuestionó con golpeada voz. La mujer soltó por fin el arma que cayó estrepitosamente junto al cadáver del hombre. En ese momento, lo miró con ojos desorbitados, lanzó un grito y quedó sin sentidos.
Rápidamente  la hija se abalanzó sobre el cuerpo inerte del hombre, auscultándolo en un vano deseo de que estuviera con vida, un sollozo abandonó su garganta,  ¡padre, padre, no puede ser!, exclamó con dolor.
La escena no podía ser más patética, la joven se miró las manos, estaban manchadas de sangre, fue en ese segundo que despertó de la pesadilla con un grito apagado oscilando en su garganta, mientras el sudor  corría por su rostro.
Alguien prendió la luz y corrió a su lado, la abrazó con ternura, pasándole una toallita por su cara, le preguntó -si era la misma pesadilla que  la asaltaba noche tras noche.
-Mamá, tienes que tener cuidado, en mi pesadilla matas a mi papá con una pistola.
- Cálmate hija, en casa no tenemos pistolas, así que  duérmete de nuevo y piensa algo más agradable. ¡Oh, mamá!, como si no supieras que los sueños no se programan, vienen solos y se convierten en malos sueños sin que tú puedas impedirlo. Creo que  esto me está volviendo loca, contestó la joven con cara preocupada. La madre pasó sus  manos por los cabellos de la  hija y la abrazó. -No temas, no es nada, duérmete, tranquila, le dijo dulcemente. Después de unos minutos salió de la habitación apagando la luz.
Allí estaba la joven, cuando sintió los pasos al subir  la escalera, puso atención, miró la hora era la una de la madrugada, su madre dormía en la siguiente habitación, pero su padre aún no llegaba del trabajo, era nochero de una estación de gasolina y normalmente salía a media noche, pero por culpa de la locomoción su horario de vuelta a casa variaba. La muchacha no entendió, si  seguía despierta o estaba en otro sueño, juraría que escuchó a su padre llegar. Puso oído y nada, ni un solo ruido. Pensó que podría ser producto de haber estado semidormida. Se levantó y encendió la luz, fue hacia la pieza de su madre, pero allí no había nadie, se quedó sorprendida, tal vez fue ella la que bajó momentos antes, miró hacia el primer piso, pero no habían luces encendidas, eso le extrañó mucho más, con precaución bajo los peldaños uno a uno, hasta llegar al comienzo. Una brisa le  sacudió el cabello y  la bata,  prendió la luz de la sala y allí los vio, la puerta de calle entreabierta, el padre en un charco de sangre y la madre tirada a un lado. La joven dio un grito angustioso, y como una ebria retrocedió confundida y horrorizada con la escena, subió corriendo la escalera y llegó precipitadamente al cuarto de su madre, y allí la vio dormida junto al padre. Retrocedió con un sentido de alivio,   su cuerpo aún temblaba, entonces pensó que de nuevo estaba en el  mal sueño, sus padres dormían plácidamente. Algo le llamó  la atención, sobre la mesita de noche de su padre había un arma,  sintió que sus cabellos se engrifaban, pero trató de calmarse, cogió el arma y la guardó dentro del cajón, posiblemente era la pistola que su padre usaba en la vigilancia. De todos modos era mejor que estuviera guardada.
Volvió lentamente sus pasos hacia su cuarto y  cerró su puerta,  luego se acostó más tranquila. Sí,  había estado soñando de nuevo.
Al día siguiente  se levantó como de costumbre para irse a su trabajo,  el cuarto de los padres estaba cerrado,  sin meter bulla se bañó y luego bajó a tomar desayuno y ahí los vio,  tendidos en la entrada, el padre muerto de un balazo en la cabeza y la madre de un ataque al corazón. Su primera reacción fue  subir a su cuarto y acostarse para  despertar  de esa pesadilla,  ¿cuál era la realidad  y cuál el sueño? Pensó que si tal vez  durmiera, podría despertar y,  encontrar que todo era normal en su familia, eso pensó. Paso a paso  fue subiendo lentamente los peldaños hacia su cuarto...