domingo, 15 de agosto de 2021

ES PRECISO


 

Es preciso aclarar la incertidumbre,

dar paso a la cordura, un tiempo de silencio,

cerrar los ojos y pensar.

Todo va cambiando, la muerte ronda

día tras día, recoge las huellas olvidadas,

borra memorias, desanda poco a poco el camino.

 

El tiempo es el preciso, nos da posibilidades,

reflexionar ante la encrucijada,

ante al avance del precipicio

en donde no habrá retorno.

 

Hoy es el día preciso, corregir  los errores,

borrar palabras ofensivas en  labios ajenos,

cambiar el ritmo del paso, admirar lo bello,

lo nunca visto cubierto de indiferencia.

 

Tal vez vislumbrar el camino oculto,

aquel  disimulado por agrias imágenes

sin mostrar soluciones ni alternativas.

Alimentarse  de cada rosa, un nomeolvides,

recoger hojas y adornar un poema.

 

El espejo tiene un lejano fulgor

un pequeño mensaje agorero,

escrito con letras mágicas de rocío.

Una vieja campana tantea una melodía

recordando tu paso lánguido, casi un susurro,

inexorable empedrado atisba tu lento peregrinar.

 

La soledad, estremece, no da amparo,

hunde sus uñas y las desliza por la piel en discordia,

hace más inaudible encontrar una respuesta,

algo que se precisa en este instante

y no yacer como un barco sin timón a la deriva

golpeado por el ímpetu de la duda.

 

 

 


domingo, 1 de agosto de 2021

CASA INVADIDA


 

Todo comenzó con una callada invasión, casi imperceptible, silente a todo ojo escudriñador. Fue ganando espacio, hasta que se hizo visible, sin alarma, aún no era una amenaza, no había por qué preocuparse.

Eso se pensó, y continuaron sus tareas casi ignorándolas. Sin embargo, esa lánguida reacción fue la que aprovecharon las invasoras para ir ganando espacios importantes. La cocina y la alacena fue una de las principales conquistas, los ocupantes horrorizados lanzaron los paquetes de galletas y mermeladas directas a la basura y no con eso pudieron expulsarlas, era una columna de hormigas rojas que llegaron para quedarse y continuaron por las paredes de la casa, sobre la mesa y  se apoderaron del baño. Ni el agua ni los spray las ahuyentaron, por el contrario, día a día aumentaba el ejército de invasoras.

Los  habitantes de la casa  buscaron en vano el nido en donde se hallaría la reina para acabarlas de una vez por todas, pero todos sus esfuerzos no las hicieron retroceder, no pudieron encontrar la madriguera. Entonces llamaron a un exterminador de plagas. Ese día la familia se traslado a una posada mientras el aniquilador colocaba su artillería de “antitodo” para eliminar esa molesta plaga. Sí, que el hombre se dio cuenta de que  esa clase de hormigas eran muy diferentes a las otras, éstas mantienen varias reinas y aumentan su ejército, aunque eliminaras a un grupo, igual  los otros nidos continúan la batalla.

Una nube tóxica llenó todos los rincones de la casa e incluso escapó por  los orificios inimaginables, formando una bruma alrededor de la base de la casa que daba la impresión de volar  sobre el césped del jardín.

La familia se ausentó por dos días, según las instrucciones del exterminador, quien les había garantizado la eliminación de la plaga para siempre. Cuando regresaron aún la casa olía  a ese producto penetrante y extraño que  había expulsado a las audaces invasoras. El padre abrió todas las ventanas y así aireó las piezas, percatándose de que la molesta plaga ya no existía.

La madre mudó las camas con sábanas limpias y todo volvió a su ritmo normal por una semana completa. Los niños miraban las paredes y los cielos rasos y preguntaban a sus padres si las hormigas ahora eran invisibles porque  no encontraban nada trepando  los muebles con sus  juguetes.

Poco duro la paz, una noche la mujer despertó de improviso, cuando sintió que algo le caminada en el rostro y sobre sus brazos desnudos, encendió la lámpara alarmada y temerosa pensando que le había dado alergia,  al verse cubierta de hormigas dio un enorme grito, que despertó a su marido  en iguales  circunstancias. El hombre saltó de la cama sacudiéndose el pecho y los brazos, y comprobó con horror que su cama estaba llena de hormigas, se vistieron de prisa y  fueron a la pieza de los niños y la misma escena los hizo temblar, tomando a los dormidos hijos  les sacudieron las hormigas que ahora cubrían los muros, el techo, el piso y todos los muebles. En ese instante la luz se apagó. Salieron de la casa a tientas, con sólo lo puesto, entraron al auto y  huyeron lejos.

Hasta el día de hoy nadie ha podido habitar esa casa que misteriosamente permanece  toda cubierta de hormigas rojas que van y vienen, sin que nada las ahuyente.