sábado, 15 de mayo de 2021

AMADEUS

 

Amadeus yace recostado en la playa

su cuerpo oxidado es lamido por la ola

una y otra vez.

Por entre las vertebras de su esqueleto roído

anidan cientos de pasajeros obligados,

jaivas y ostiones se cobijan y le piden protección.

 

Oh Amadeus, ¿cómo llegaste allí?

¿Qué ola tan grande levantó tu armadura

de fierro y  madera y te encalló en la arena?

¿El litoral de los poetas te sedujo en busca  de paz,

 y te dejaste ir con tus dolencias a cuestas  

cuando la marea  empujó tu frágil estructura?

 

¿Cómo perdiste la dignidad,

el orgullo que tenías al navegar las costas?

Arreciando tempestades, no le temías a nada.

Inflabas velas, tronaban tus mástiles,

y la quilla de acero se alzaba como una columna vertebral

con sus cuadernas.

Elevabas ancla, y un enjambre bullicioso de gaviotas

te acompañaba hasta el horizonte,

abriendo un camino de noctilucas proa al destino,

te alejabas ululando un ronco silbido.

 

Amadeus, viejo barco ballenero, te venció la codicia,

el afán de perseguir la victoria.

Ahora  los dedos de sal  penetran tus heridas,

muerden tu esqueleto quejumbroso

y te roe el viento desde la popa a la proa,

en busca del timón y enfilar rumbo.

Los cangrejos moradores te circundan

en el  silente deambular de las sombras,

pequeños fantasmas peregrinos

alzan sus tenebrosas  pinzas,

hambrientos de historias de lejanos viajes

en ultramar.

 

Viejo barco,  huérfano de todo,

sin tierra ni futuro, sin capitán,

abandonado por el tiempo en luna llena,

perdidos soles y caducos eclipses.

Tienes una plegaria  en tus labios fracturados

cuando te mece el vaivén de las mareas.

 

Amadeus,  anciano moribundo,

cada golpe del mar que infructuoso

amenaza con ímpetu mortal tu estadía,

estremece  los cimentos de tu carcasa.

Tus acerinos pies desollados se hunden cada vez más en el olvido.

Eres sólo un náufrago con un errático pasado,

un armazón  de fierros carcomidos por el mar,

 sosteniendo en el aire el arpón tras una imaginaria caza.

 

Amadeus, deja de soñar, eres una triste fotografía  en sepia

lamida por las olas, acunada en brazos de sal.

Tus huesos reclaman el descanso,

un sitio  donde  reposar  tanto rugido  de mareas.

Cada instante es más doloroso, los pernos que te mantenían

altivo caen en la  sedienta arena.

Todo en ti es un quejido lastimero

que retumba en  la noche tranquila,

cuando las olas ronronean sumisas y los cardúmenes

asoman sus cabezas para contemplar la luna.

 

Amadeus, te adormeces poco a poco

con el recuerdo de una música celestial,

mientras lentamente tu estructura

va quedando  esparcida  sobre la playa

con el estoicismo de un beso marino.

 

 


sábado, 1 de mayo de 2021

DE CITA PARA EL TÉ


 

Se mira al espejo, pero no se halla. Se inclina, luego se sube a una silla, busca su figura por la pieza. No importa, se baja y se pone los zapatos. El espejo ahora la refleja y contenta se abraza, acaricia su rostro, arregla sus cabellos. Luego se acerca más y besa su imagen dejando un rastro de rímel. Se sorprende y  besa varias veces al espejo,  entretenida en un collar de besos. Alguien dijo que era bella como una figurita de porcelana o de magazín. Está orgullosa, mientras repasa el labial de sus labios, admira el carmín de su boca, rojo como una cereza. Repasa el colorete de sus mejillas, al tiempo que piensa, a dónde irá a tomar el té con sus amigas. Observa sus aretes hermosos, pero un poco pesados por tanta pedrería, ah, y el collar que su abuela le ha prestado. Se fija en sus párpados ensombrecidos por el pincel de color azul intenso.

Todo se ve bien, le agrada. Su maquillaje es perfecto, ha gastado mucho tiempo en él, desea ser la más hermosa del grupo. Está contenta con el resultado, y da una gran sonrisa a su figura en el espejo.

Ahora se preocupa del vestido, le queda un poco suelto y largo, con delicadeza lo levanta para dar unos pasos con los tacones altos y mirarse de más lejos. De pronto  da un traspié y está a punto de caer al piso.

Los zapatos de mamá son muy grandes para ella, piensa y un poco desilusionada, se aleja taconeando hacia su dormitorio a tomar el té con sus muñecas.