viernes, 15 de julio de 2022

EL SILLÓN DE LA BISABUELA

 

Puedo ver  a través de la muralla, el papel verde agua se disuelve y deja  pasar la mirada hacia un campo florido que se extiende ante mis ojos. No es un sueño,  estoy en mi sillón favorito, y algo me invita a levantarme y atravesar la pared. Al comienzo me produjo curiosidad, sentirme poderosa de hacer cosas que otros no pueden. Apenas quedaba sola me ubicaba en mi sillón y dejaba que mi mente volara. Me deslizaba a través  del concreto de las murallas, pasé por las habitaciones de mis vecinos, algunas veces los observé leer o dormitar cerca de la ventana. No sé cómo lo hacía, era algo mágico, único, que me producía un orgullo formidable. De improviso me veía en el césped del edificio, sin haberme lastimado, ya que vivía en el segundo piso, ¿cómo  aterrizaba hasta allí?, no lo sé, lo importante es que misteriosamente llegaba al piso bajo sin mover mis pies.

Después del campo de flores, el bosque avanzó tupido con infinidad de árboles y arbustos que me invitaban a penetrarlo, mostrándome un sendero angosto el cual se internaba en lo profundo. Tenía curiosidad, pero siempre me arrepentía de continuar en su espesura. Y luego sin saber cómo,  aparecía sentada en mi sillón, con la pared verde agua frente a mí. Muchas veces traté de eludir ese viaje atravesando  las paredes, pero una fuerza superior me obligaba a sentarme y todo sucedía sin poder evitarlo.

Pero un día  que llegué del colegio, me sorprendió ver el espacio vacío de mi sillón, corrí a la cocina y le pregunté curiosa a mi madre, ¿dónde lo había colocado? ¡Ah!, ese sillón viejo desarmado ¿para qué lo quieres?, esta tarde traerán uno nuevo que le asentará mucho al color de las paredes, exclamó contenta. ¡Qué!, no lo puedo creer, era mi sillón preferido, ¿dónde lo pusiste?, lo quiero devuelta, grité indignada. ¡Cálmate hija!, ya verás  que te gustará mucho el nuevo, ese sillón era muy viejo, del tiempo de mi abuela, es decir, de tu bisabuela y necesitábamos un cambio. Pero, mamá, ¿dime?, ¡dónde lo pusiste!, ¡ahora!, exclamé enfadada. Lo siento hija, se lo llevaron esta mañana los  jóvenes del aseo. Me encerré en mi cuarto a llorar de rabia, ¿por qué ella no me avisó, por qué tomó sola esa decisión?

Dos días después,  el sillón nuevo luce esplendido, sin embargo me he sentado en él y nada sucede, cierro los ojos, me dejo llevar y solo veo la pared frente a mí sin dejarme pasar, se perdió el hechizo, la pared sigue del mismo color, pero no puedo atravesarla y eso me descontrola. Afuera todo se ve diferente, todo es de concreto con un pequeño jardín, y el bosque, según mi madre nunca ha estado cerca, en su lugar se pueden  encontrar muchos edificios de departamentos.

 

 


viernes, 1 de julio de 2022

EL FANTASMA MIEDOSO


 

Era un fantasma que tenía miedo, a todo, a las sombras,  al movimiento de las cortinas, a los ruidos, incluso al silencio y sobre todo a la luz. También se asustaba de su propia sombra cuando se miraba en los espejos temblaba como una hoja y no admitía que  el mismo era una sombra.

Cuando un ser vivo se acercaba el fantasma en vez de asustarlo salía huyendo atravesando las paredes y se escondía bajo cualquier cama tiritando sin poderse calmar.

Los otros fantasmas de la casa se burlaban de él, le decían que era un gallina, que no tenía coraje, en fin miles de palabrotas que azotaban las paredes, y corrían las sillas de las risotadas que daban vueltas por la casa. El pobre fantasma se sentía tremendamente infeliz, no recordaba cómo había sido en vida, si realmente había sido un pollo o una gallina o cualquier cosa de esas que los otros fantasmas le repetían. A veces se escondía en algún  peluche en la pieza de los niños para escapar del ataque, pero como tiritaba tanto trataba de hacerlo cuando los chicos estaban en el colegio.

Pero un día se quedó dormido dentro de un peluche de oso, y  cuando pensé que los niños e habían ido descubrió que pepito estaba enfermo y se había quedado en cama. De inmediato comenzó a tiritar sin poderse controlar hasta que pepito se dio cuenta que su osito estaba  moviéndose, y  entonces le preguntó con mucha naturalidad si acaso el también estaba enfermo. El fantasma miró para todos lados por los ojos del osito y no vio a nadie en la pieza salvo el niño. Trato de calmarse, mientras el niño lo invitaba a su cama.oye osito debes de tener mucho frío como yo, el resfrío es así,  vente a acostar conmigo.

Justo cuando el fantasma se alegró con la invitación llegó la mamá de Pepito. Ah cómo te sientes  mi niño, le preguntó, no sé, me duele un poco la cabeza, y sabes mamá, el osito también está resfriado, ah ¿sï? Pobrecito, quieres que lo acueste a tu lado. Sí mamá, recién estaba tiritando de frío. Ah, mira que triste le pondremos un chal para que se sienta mejor. Y la mamá  acostó al osito en la cama muy arropado.

Cuando la mama se fue el niño le preguntó al osito si se sentía mejor, y el fantasma  se contentó y le respondió que sí. ¿Oh puedes hablar? El fantasma se tapaba la boca pero no le  apuntaba porque como era tan negro no sabía  en qué lado de la cara estaba su boca así que se tapaba un ojo, luego la nariz, y al final  encontró la boca que coincidía con la boca del osito. El niño insistía que le  contestara pues le escuchó ese, “Sí”, que salió sin querer. Oh no, estoy en problemas, ahora los otros fantasmas me castigarán por haber hablado se dijo, mientras saltaba de la cama para irse a otra pieza a esconder, pero se enredó con el chal y  junto al oso cayó al piso. ¿Osito, qué haces? El fantasma asustado se refugió en un closet del pasillo mientras  la mamá pensó que pepito la llamaba y fue a su pieza. ¿Necesitas algo hijo?, Ah mamá el osito se cayó al suelo  porque se asustó. Él habla mamá. Afirmó el niño. Oh mi niño debes de tener mucho fiebre, aquí está tu osito acuéstalo a tu lado y te traeré una aspirina.

Por más que pepito le habló a su osito este  estaba mudo, el fantasma  se había ido más asustado que de costumbre y como tiritaba tanto las puertas del closet se abrieron de repente y la mamá pensó que era un pequeño sismo. Ah, espero que no vaya a aumentar este temblor se dijo y se fue hacia la cocina.

Los otros fantasmas se percataron de lo sucedido y aunque era de día y se supone que los fantasmas duermen de día le  dieron un largo sermón y lo mandaron a dormir al ático. Y allí  por fin el fantasma encontró su lugar, ya que nadie subía a ese espacio lleno de cajas de cosas antiguas.