miércoles, 15 de enero de 2020

DEL SILENCIO




El silencio cabalga el lomo del amanecer. Va surcando la penumbra para no despertar al ruido. Sus pies de seda no dejan huellas, y  por el camino hacia el alba, va regando diminutas gotas de rocío en las bocas abiertas de la madre Tierra.
El silencio no sabe de sueños, vive pendiente de no despertar al ruido y luego la violencia y el trajín que conlleva el día en que alguien muere, alguien nace, otro sufre. Cuando el sosiego cubre la tierra con su manto pareciera que todo descansa en sus brazos. Aparentemente. El ruido ahoga las voces en agonía, el dolor se hace inaceptable, sin embargo, la capa estruendosa del ruido todo lo abarca y hace una mezcolanza que es muy difícil identificar cada sonido.
 Por eso, cuando las sombras de la noche cierran los párpados de todas o casi todas las criaturas, el silencio camina en punta de pie besando a los seres que sufren, a los discapacitados,  especialmente a los niños que padecen enfermedades y los sumerge en profundos sueños reparadores.
Es tan prudente que espera hasta el último minuto del alba, alargando su estadía un segundo más sobre todo en un esfuerzo de apaciguar la somnolencia del ruido, que lo aleja con un terrible bostezo.

miércoles, 1 de enero de 2020

CAMBIO CLIMÁTICO Y RECALENTAMIENTO GLOBAL




Ya nada es lo mismo,
el día falleció sin ruidos envuelto en un gris
traslúcido y profundo,
funesto pensamiento.
Las calles se llenaron de insomnio ambulatorio
disminuidos entre sombras y nebulosas palabras.

Ya nada es lo mismo,
se han borrado las huellas cubiertas
de lágrimas del desierto, polvo cósmico
permanente,
deseo agonizante.
El recalentamiento consume la flora,
y la fauna se refugia en las orillas de la desesperación
pereciendo lentamente.

Los ríos lloran bajo las piedras calcinadas
y cogidos de las briznas de los sauces llorones
los pájaros
mastican su desaliento.

Hubo  algo de equilibrio hace lunas menguantes,
cuando el silencio se llenó de insinuantes gestos mudos
y el grito se quedó a mitad de la garganta,
sin lamento, confundido con  inverosímil
calma.
Esto es lo que hay después del cambio climático,
tecnológico,
errabundo en el espacio circundante
se desató el desorden, libertinaje,
indiferencia hacia el medio ambiente.

Alguien veló el naciente crepúsculo,
abrió  una puerta en la atmósfera
y la dejó de par en par, abierta.
Sin remedio, y por esa hendidura
hace sangrar los pensamientos, los disuelve,
desnuda las horas sin pájaros.

Por ese orificio del ozono
se está escapando la vida, invitando
con premeditación y alevosía descarada
a la destrucción de la humanidad
y la muerte irreparable del planeta azul.