domingo, 15 de marzo de 2020

CIERRO LOS PÁRPADOS




He olvidado el ruido, se fue,
en su lugar nada, silencio sopla  nostalgia.
Con el ventanal vacío los pasos vuelan
por laberintos fantasmas
sin encontrar la anhelada salida.

 A veces siento a mi corazón
anunciar su deceso con voz apagada,
pareciera esperar en su celda
el esbozo de un sonido y detener su marcha.
Tic – tac su muda queja.
A veces busco en los espejos el fragor del día,
pero una sombra se pasea y oscurece mi pupila.
Cuanto más avanza la vigilia,
más se consume mi estadía.
Mi cuerpo se desintegra lento
junto a la lejana aurora.
 Cierro los párpados
 a la oscuridad que me acecha.
 Silencio.

CAOS




El caos se inicia  por las frustraciones, miseria, descontento,
penetra todos los barrios sin hacer discriminación
y se ramifica con gran ausencia de la llamada justicia.

Alguien derribó las puertas de la ignominia,
penetró derramando el vaso de la discordia,
la violencia y el abuso,
ahora ya no se pueden parar y en la calle andan sueltos.
El caos  vestido con su mejor disfraz,
su careta divertida, deja lágrimas y dolor en su camino.
El miedo se aferra a las paredes y se esconde
del torbellino que deja el desenfreno y el amedrentamiento.

Nadie está libre de su maledicencia,
invade como enfermedad contagiosa
en los audaces, los que desconocen límites,
y se adentra en los parajes de la destrucción,
del atropello, de la anarquía.

El caos no tiene respeto, avasalla,
especialmente a los más débiles,
desenfrenado cabalga
los lomos de la violencia y de la irracionalidad.
Momentos que son aprovechados por los que,
sí saben cómo sacar ventaja en un río revuelto,
y oprimir, apretando el nudo de la  desesperación
de aquellos que piden justicia, sin encontrar respuesta
 a sus demandas elementales
y sucumben al ímpetu siniestro del caos.

Mientras la paz, clama desde algún lugar oscuro,
trata  que la cordura vuelva sus pasos tranquilos,
y sumerja definitivamente al caos en el fondo de la razón,
no habrá entendimiento en aquellos que teniendo la solución,
gozan desde otro ángulo, los efectos nefastos
producidos por una bestia descerebrada, llamada caos.

domingo, 1 de marzo de 2020

LA CASA PERDIDA NÚMERO 21




La última vez que la visité tenía nueve años. Su alegre fachada a pesar de llamarse La Casa de Piedra, estaba abrazada por una enredadera en flor. Su invitación no se hizo esperar, abrió su puerta, y se corrieron las cortinas de sus adormecidas ventanas.
Quedé maravillada, una estantería repleta de  cuentos  se ofrecía a mi vista, los autores más destacados en literatura infantil se codeaban para llamar mi  juvenil atención.
No podía dejar de leer y leer, sir James Barrie y su Peter Pan y Wendy, La Isla de Tesoro de  Stevenson, la Sirenita, Alicia en el País de las Maravillas, Caperucita Rojas, La Cenicienta, Blanca Nieves y los Siete Enanitos, El Gato con Botas,  la bella Durmiente del Bosque, de Charles Perrault, Barba Azul, Pulgarcito, Piel de Asno, en fin, las lecturas se sucedían una tras otra.
A pesar de tener más de algunos años, nunca he dejado de buscarla. He preguntado mucho por ella, por La Casa de Piedra, nadie sabe de  la casa perdida número 21.  Quisiera que me ayudaras a  encontrarla, sería fabuloso volver a verla, a cruzar su umbral y quedarme en ella para siempre.