lunes, 15 de julio de 2024

SE PERDIÓ EL AMOR

 

Se perdió  el amor.

Se fue por una calle oscura y larga,

sin un adiós, solitario y taciturno,

marchó sin abrazos ni besos, con un cúmulo

de lágrimas inquietas que fueron regando las veredas.

 

Se fue, una tarde, una noche sin alas, sin ruido,

como un fantasma que retorna a su morada,

arrastrando los pies del olvido, palabras perdidas en el espacio,

escritas en el álbum del tiempo.

 

Se perdió el amor, no encontró la puerta entreabierta,

la ventana se cubrió de nostalgias sin dar una señal

de bienvenida.

Ahora alguien lo busca y lo llama sin respuesta,

mucho espacio separa su tenue rastro, no hay vuelta.

Entro en un laberinto de paredes oscuras

en donde el minotauro perdió su rumbo

y dejó una huella de incertidumbre.

 

Algunas veces se escucha su voz  tenue bajo la noche,

llama con voces, lamentos de amantes en  desgracia.

No hay una guía, solo a tientas busca su lugar perdido

pero no lo encuentra,

nadie le ayuda,  nadie abre las puertas y le abraza e invita

a comenzar de nuevo.

Es un deseo nada más,  porque ya se ha ido,

se perdió entre la bruma de un amanecer  y el crepúsculo

de una tarde desalentada.

No escuchó  la voz de la reconciliación,

y se perdió en la dimensión de  amores abandonados,

en donde van a morir en  manos del olvido,

irremediablemente solitarios

yacen,

muchos corazones extraviados.


martes, 2 de julio de 2024

COMPLICIDAD


Ella golpea la puerta, suave, luego insiste más fuerte, pero no recibe una respuesta, hay un desierto de silencio a pesar de su propio ruido. Adentro, él la observa jubiloso al verla tocar la madera con tanta insistencia, sin embargo no hace nada por dejarla entrar. En su rostro una sonrisa juega de placer, como si le divirtiera verla ansiosa.

Ella  desliza sus dedos húmedos por la ventana y su rostro se refleja en el cristal sin que el hombre se inmute por eso. No es indiferencia, la quiere, la ama,  hace muchos meses que la espera, y ahora  que ella ha llegado, él siente que su pecho se ensancha y la respira a través de la ventana. Coloca sus labios en el cristal y la besa en su humedad, cierra los ojos y la escucha replicar sobre el pavimento.

Ella se aleja  después de haber sentido los ardientes besos del hombre entibiar sus gélidos labios en la transparencia del cristal. Sus tacones empapados hacen un monótono ruido y contenta corre calle abajo esparciendo su  cortina de agua por toda la ciudad.

Ya ha llegado y eso le basta al hombre para alegrar su invierno. La lluvia  es su amante furtiva, y ella lo sabe muy bien, cómplices de  un romance inusual.