jueves, 29 de septiembre de 2011

COMPLICIDAD


Ella golpea la puerta, suave, luego insiste más fuerte, pero no recibe una respuesta, hay un desierto de silencio a pesar de su propio ruido. Adentro, él la observa jubiloso al verla tocar la madera con tanta insistencia, sin embargo no hace nada por dejarla entrar. En su rostro una sonrisa juega de placer, como si le divirtiera verla ansiosa.
Ella  desliza sus dedos húmedos por la ventana y su rostro se refleja en el cristal sin que el hombre se inmute por eso. No es indiferencia, la quiere, la ama,  hace muchos meses que la espera, y ahora  que ella ha llegado, él siente que su pecho se ensancha y la respira a través de la ventana. Coloca sus labios en el cristal y la besa en su humedad, cierra los ojos y la escucha replicar sobre el pavimento.
Ella se aleja  después de haber sentido los ardientes besos del hombre entibiar sus gélidos labios en la transparencia del cristal. Sus tacones empapados hacen un monótono ruido y contenta corre calle abajo esparciendo su  cortina de agua por toda la ciudad.
Ya ha llegado y eso le basta al hombre para alegrar su invierno. La lluvia  es su amante furtiva, y ella lo sabe muy bien, cómplices de  un romance inusual.

2 comentarios:

  1. la lluvia, una rapsodia constante entre los poetas/escritores, melodías arpadas, recuerdos de momentos vitales, pasionales, ... casi como una película, ese cine interior proyecta las imágenes a través de la protagonista, ... no existe ni principio ni fin, ni el antes ni el después, sólo una idea estimulante. me gustó.

    ResponderEliminar
  2. Gracias querida amiga Ro por tu acertado comentario. Asi es ella, esta siempre cerca, golpeando los ventanales para que la dejen entrar, sin embargo, la vemos rodar desconsolada, triste y solitaria por las ranuras de nuestra soledad. Besitos de Marianela.

    ResponderEliminar