Abuela:
Así es la historia, dije ayer, conversando con mi comadre Tencha. Uno ya no se puede fiar de un chisme, con decirle que hasta me creí la historia. Yo pensé que era otro cuento, pero resultó que era lo mismo, claro, todo tergiversado. ¡Ajá! Se lo digo con el conocimiento de que fui una de los afectados.
Bueno, todo comenzó ese domingo que amanecí con dolor de cabeza y de huesos, ya ve usted que sufro en el invierno de reuma. Mi hija me llamó temprano por teléfono para invitarme a comer, sin embargo, al saber que me hallaba enferma me pidió que me quedara descansando y entonces, mandaría a mi nieto, para traerme un remedio y también unas empanadas de pino, que usted sabe, me encantan. En eso quedamos, pero desde allí la cosa se tergiversó pues dijeron que era mi nieta, y yo sólo tengo un nieto, y le llaman el Caperuzo, porque es muy listo, y azul, porque usa una capucha de ese color, el bárbaro no se la quita ni para ir al baño. Bueno, mi nieto tiene ocho años y es mi chiqueado. Ah, ya le estaba cambiando el tema, es que, por eso le llaman de ese modo.
Bien, aquella mañana estuve esperando al niño y los remedios, pero dieron las doce del medio día y aún no llegaba. Ahí estaba yo, quejándome de los dolores cuando apareció mi compadre Donoso, golpeando a mi puerta. Otra equivocación, porque dicen que es tremendamente rudo y testarudo, pero en verdad no es así, es muy amable y tranquilo. Al verme tan enferma me convidó alguna de sus hierbas, hizo un zumo y lo tomé. Me va a creer que en menos de diez minutos ya no tenía los dolores. Entonces nos pusimos a conversar y le invité a jugar un carioca, mientras esperábamos a mi nieto y las empanadas.
El compadre, como andaba muy enyerbado, me convidó uno de sus cigarrillos, usted sabe, para la reuma, claro que no contaba con la tos que me causó, pues me hizo toser como condenada, se me pusieron los ojos rojos y casi quedo sin amígdalas, tuve que correr al baño, me estaba meando de a poco, ya que después del ataque de tos me dio ataque de risa y llanto. Bueno, qué le cuento, y para hacerla más corta, le diré que con la trifulca había tal humareda que tuvimos que abrir la ventana, por supuesto que ahí nomás terminó la fiesta, porque dicen que en el bosque merodeaban unos policías vestidos de civiles que andaban tras mi compadre, usted sabe, pasaron el dato que mi compadre vendía hierbas y, sin darnos explicación, entraron a mi casa, agarraron al compadre a palos y a mi me sacaron casi en andas, metiéndome en una ambulancia. ¡Dése cuenta de la tamaña confusión! Al compadre se lo llevaron detenido y a mí, al hospital. Para rematarla, con el mal rato que pasé, me volvió el dolor de cabeza y de huesos. Así nomás fue la cosa y no como andan cacareando esas chismosas.
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Caperuzo azul:
Bueno, yo estaba jugando a la pelota con mis amigos, cuando vino mi mamá y me pidió que le llevara un remedio y unas empanadas calientitas a la abuela. Ella vive al otro lado del bosque la Primavera, en una casa de techo rojo. Sí, convidé a mi amigo Lalo pues el camino es largo y aburrido. Por la senda vimos a unos leñadores, pero no estaban cortando leña. Entonces, para no toparnos con ellos, tomamos otro sendero. En un claro del bosque nos pusimos a jugar a las bolitas un rato. Como se nos hizo tarde corrimos a casa de la abuela, por supuesto que al llegar nos asustó mucho ver salir humo por la ventana y escuchamos que la abuela gritaba. Ahí se me ocurrió pedir ayuda a los leñadores. Me sorprendió que ellos portaran armas, luego entraron a la casa y sacaron a la abuela y a un hombre que pensamos era un asaltante, pero resultó ser el compadre Donoso. Claro, que aún no sabemos porqué al compadre lo apalearon delante de nosotros y lo detuvieron. A lo mejor él era el culpable del incendio, yo creo, mi mamá dice que todo fue un malentendido. Lo cierto es que me regañaron, pues a la abuela se la llevaron al hospital, y mi mamá dice que soy un chismoso ya que no hubo tal incendio. Todo esto ha causado que mi abuela esté terriblemente enojada conmigo y no quiera ni verme.
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Compadre Donoso:
Recién acabo de salir de la cárcel. Yo soy el famoso Patricio Donoso, un yerbatero, o sea que vendo toda clase de medicinas en forma natural para los dolores. Ayer fui a visitar a mi comadre, doña Alejandrina, la abuela del Caperuzo azul. La pobre anciana estaba en un ay, pues no podía más con los dolores de la reuma, usted sabe, en este tiempo de humedad. Entonces, le preparé un zumo de hierbas y logré calmarla mientras esperábamos que apareciera el niño con unas medicinas.
Bueno, me quedé cuidándola y conversando. La comadre es muy buena para mover la sin hueso. Al rato se sentía un poco mejor y nos pusimos a jugar a las cartas. Se me ocurrió preparar unos cigarrillos de algunas hierbas que yo mismo inventé, son un poco fuertes pero son muy buenos para calmar toda clase de dolores. Doña Alejandrina se tentó y me pidió uno para su reuma. Claro que como ella no sabe fumar, se ahogó y le vino un ataque de tos, llanto y gritos. Tuve que golpearle la espalda y darle agua para que se le pasara. La comadre hasta se meó de tanto toser y luego le vino un ataque de risa. Para que le cuento el desorden, tuve que abrir la ventana así saliera el humo, las cartas estaban por todo el suelo y una silla volteada, pues la comadre como es gordita, con la desesperación botó todo a su paso. Pero lo peor fue que llegaron en ese momento un montón de policías, y sin aviso ni explicación, me dieron una paliza diciéndome que era un mariguano y que me estaban siguiendo la pista, por eso me llevaron a la cárcel más golpeado que un membrillo corcho.
Hoy que se aclaró la cosa, me dejaron libre. Me dijeron que una vieja llamada Rosario había corrido el chisme de que yo cargaba marihuana. Dése cuenta, por eso fueron a buscarme, parecían lobos feroces, querían agarrarme con las manos en la masa. Claro que a ese Caperuzo, le tengo una guardada, porque fue él quien llamó a la policía, sin primero averiguar qué pasaba.
Ahora estoy todo adolorido, tendré que llegar a mi casa y prepararme unas hierbitas para los dolores. Ya ve usted, en estos tiempos, no se puede ser homeópata.
genial, bravo!!!... pero ya no es sorpresa, acción y resultado de sorprender, no monja presa, su escritura tan, pero tan creativa, que se agradece, en estos tiempos de tanto moquilleo verbal en los textos... vuestra narrativa es una golosina para mi boquita, aunque una siempre debe cuidarse los dientes... usted sabe, los dentistas son muy caros, jajajaja
ResponderEliminarFELICITACIONES, un relato desarrollado en tres voces con un mismo tema, SOBERBIO.
me faltó el postre,
ResponderEliminarolímpico, para medalla de oro...
Gracias comadre por esa medallita y de oro uff que bien, jajajaja, otra versión del tan famoso cuento, creo que da para mucho más, tengo una versión de esta histora en un cuentito para niños que te lo voy a mandar para que te rías un poquito, besitos de Marianela. ahh y cuídese los dientes jejeje
ResponderEliminarJA JA JA JA, PUCHAS ME DIO TOS DE NUEVO Y CASI ME MEO DE LA RISA...... BUENO GENIAL, EN REALIDAD ESTOS TALENTOS QUE SE DESARROLLAN SON COSA SERIA PERO TERMINAN SIENDO PARA LA RISA.EN TODO CASO NO LES VAYA A PASAR COMO AL TURRON QUE PENSO QUE LA GAVIOTA ERA DE ORO Y LA ANDABA VENDIENDO PARA COMPRAR MARIGUANA DE LA BUENA, USTEDES SABEN COMO SE CORREN LOS CHISMES EN LA TELEVISION. ELEA
ResponderEliminarEstimado Pato, de vez en cuando es bueno reírse un poco, claro que sin enfermarse. Gracias por tu comentario, seguiremos escribiendo para el deleite de los amigos. Cariños de Marianela.
ResponderEliminarpero, comadre, aquí todavía, no me diga que tiene en casa al alemancito... suéltelo, y póngase las pilas, jajajaja
ResponderEliminarComadre jejeje, lo cambio cada 15 días, así me dura más jajajaja, besitos de Marianela.
EliminarHola AMJ, me alegra que te haya entretenido mi cuento, esa era la idea.Gracias por tu comentario, cariños de Marianela.
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