miércoles, 1 de mayo de 2013

LA MARILYN



        La Marilyn lloraba con la criatura en sus brazos. Era una recién nacida. Uno de sus amigos drogadictos, había lanzado a la guagua al techo de la casa y el desquiciado muerto de la risa y con ojos de cordero degollado balbuceaba, “bésame, bésame mucho Marilyn Monroe”, jajaja. El infeliz con cara de loco, tropezó tratando de alejarse del gentío que se juntaba. Norma, apodada la Marilyn Monroe, lloraba a moco tendido, mostrando al culpable mientras la guagua no se movía, estaba como muerta. Alguien llamó a la policía y sin mucho esperar llegó la patrulla junto con la ambulancia. Doña Mercedes salió a recibirlos mientras apuntaba a la Marilyn con el pobre bultito en los brazos. Un enfermero le recibió la guagua y la llevó con delicadeza dentro de la ambulancia, la bebé estaba casi en el punto de hipotermia, y rápidamente la abrigaron y dieron los primeros auxilios. La policía interrogó a la desdichada mujer, que de paso se veía muy mal tratada a pesar de su juventud, con su pelo teñido de rubio y un lunar negro cerca de la mejilla que le valió el apodo que llevaba. Otros vecinos salieron a dar más información, acusando a la mujer de vivir con un montón de drogadictos en esa casa, que de verdad, parecía más una pocilga y en donde el día anterior, esta mujer, había dado a luz a la criatura en ese chiquero lleno de infecciones. Marilyn restregaba sus manos heladas de frío y sorbeteaba de tanto en tanto los mocos, aún con lágrimas en sus ojos, contando la triste historia de su vida. Los enfermeros rápidamente trasladaron la bebé al hospital, y la policía se llevó a la Marilyn en un vehículo a la tenencia, y al drogadicto esposado en otro, quien no dejaba de reírse de la situación y hablaba puras incoherencias. Al llegar la prensa, un vecino señaló la casa y sacaron muchas fotografías mostrando el lugar del nacimiento de la bebé en un camastro sin cobijas, lleno de manchas y mugre. Alguien dijo que la mujer era una conocida drogadicta también y que ésta era la tercera guagua que daba a luz en esas condiciones, agregando que las otras dos las había regalado. ¿Sabe usted señor periodista?, a doña Mercedes se le atragantaban las palabras, esta joven no tiene más de veinte años y mire en qué estado está por la droga. Por favor hagan algo, enciérrenla, argumentó un anciano. ¿Qué pasa con sus parientes? Pues nada, por su vicio la echaron a la calle. Era una muchacha muy bonita, como le digo, chitas que se parecía a la Marilyn, y mire como está ahora, si no fuera por don Matías que bajó a la guagua del techo y la arropó, ya estaría en el patio de los difuntos. Ni a un animal se le trata como a ese pobre ser.      

         Sí, estaba moradita la niña, agregó doña Mercedes, yo escuché a la Marilyn gritar por ayuda, pero ya ve usted que estos pobres diablos se la pasan peleando por la droga y uno no sale de la casa por miedo a que se pongan violentos. Don Matías se asomó a ver qué pasaba y vio a la Marilyn que trataba de subirse al techo, pero en el estado en que estaba no podía, en eso, don Matías entendió de qué se trataba y se encaramó sobre la reja, ahí vio el bultito de la bebé. Pobrecita, ya no se movía, y menos lloraba, no sabíamos al principio si era verdad que estaba la guagüita envuelta o era un gato, ya ve que los drogadictos ven puras fantasías. Ajá, siguió el periodista indagando, y ¿quién es el padre de la guagua? Pues, ¿quién sabe?, contestó otra vecina, ya ve que la Marilyn se mete con cualquiera por un poco de droga. Tan linda que era esa muchacha, ¡válgame en que vino a quedar! Sí, pobre, de la Marilyn Monroe sólo tiene las mechas rubias y el lunar nada más, jajaja, rió la mujer. Pues oiga usted señor, ponga en la tele que alguien adopte a la guagua y que no se la entreguen a esa viciosa, que a ella, la metan a un reformatorio para drogadictos. Ya, ya, doña Lucrecia, no sea así tan severa, ¿no ve que los drogadictos son enfermos nada más? ¡A mí con ese cuento! Y a la guagüita, casi la matan, dijo el anciano. Eso no se sabe, si va o no a sobrevivir el golpazo que le dio ese infeliz. Pues es la pura verdad, doña Mercedes. Los vecinos se quedaron haciendo conjeturas sobre la situación, mientras el periodista tomó sus cosas y rápido desapareció del lugar sin que nadie se diera cuenta.

4 comentarios:

  1. Maria Villar Oh pobre Marilyn! magnífico relato, cuanto más te leo más me gustas

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  2. Marianela Puebla jajaja, gracias amiga, que bueno que te han agradado mis cuentos, besitos de Marianela.
    Wednesday at 9:09pm

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  3. la realidad supera la fantasía... y este relato es pura realidad, pero en sus manos, comadre, es una tremenda obra narrativa. felicitaciones, Ro

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  4. Gracias comadre por su visita, este relato lo escribí para un antología de Marilyn Monroe, de Marcelo Beltran, pero parece que no gustó jojojo.cariños Ro, de Marianela.

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