sábado, 1 de diciembre de 2018

INQUIETUD




Lo que más me preocupa después del viaje, es el olvido,
el recuerdo sea solo un leve rozar de quimeras
y vague hasta la extinción,
bajo la luz parpadeante de la noche.

Hay una inquietud, invade la estadía
y orla la memoria
como un cúmulo de galaxias ronda en su delirio,
imagina, entristece, consume los sueños
y deja huérfana  la  ansiedad trastabillando
por las aceras ennegrecidas.

Lo que  se vislumbra es alarmante,
no hay un rastro visible en un camino  de tinieblas.
La palabra se desvanece, océano de incógnitas la absorbe
y no hay respuesta para tantas preguntas.

Podría ser más factible el desenlace,
un batir de alas en retirada,
atravesar el cristal del día en un suspiro,
alzar el vuelo cuando el remolino de la noche se aproxima.
Todo vale,  pero la inquietud  no cesa,
abre su  boca a los temores, deja pasar  los vientos
y tormentas.
Rodeada de insomnios y  dificultades,
el sueño se esfuma vagando fuera de la casa,
golpea los faroles, despierta a lo seres dormidos,
no tiene piedad de los pordioseros,
les enfría los pensamientos.
Sigo el paso de las horas que taconean cada minuto,
la inquietud avanza por una calle sin salida,
abre sus alas y  da un grito de impotencia,
se toma los cabellos y  sacude un improperio.

La preocupación no tiene límites
absorbe la calma como  pan con mantequilla,
la deglute y luego queda vibrando cual campana desbocada.
y ahí estoy hablando con las sombras,
con una puntada que atraviesa mis dudas.

¡Ay  inquietud!, duérmete bajo la sábana,
entrégate en un bostezo profundo,
cubre el sobresalto con manos de ausencia
pero, déjame morir un poco esta noche
en los amantes brazos de Morfeo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario