martes, 14 de mayo de 2019

OJOS AZULES





La mirada de mi madre
se ha perdido en el espacio,
no sabe dónde anclaron
sus torrentes azulados.
Caracolas tornasoles, van a tientas
acariciando el camino.

Ojos que se apagan, se marchitan,
ya no ven la luz del amanecer,
confunden las tinieblas y la noche
y es un caminar sin la flama encendida.

Ojos azules de mi madre
se adormecen en un lago celeste
que se sume en el olvido.
Y sólo se divisa en el cristal profundo
 el rostro querido de mi padre,
 quien habita ese remanso.

Los ojos azules de mi madre
tiene el color de la melancolía y el olvido,
se apagan cuando aún queda primavera,
y no es que se haya ido, no, ella sigue
tanteando las penumbras pidiendo más luz,
camina y pregunta, ¿quién eres?,
“enciende el foco que no veo”, exige.

Ojos azules se han quedado quietos,
no distinguen la noche del alba,
ni los años, ni los días de la semana.
Vive en un mundo propio la mayoría de las veces
y pregunta por su madre, si vendrá a visitarla,
ella desconoce que hace años ha partido.

Los ojos azules que conquistaron a mi padre
se están apagando minuto a minuto,
 a sus 91 años ella sueña y recuerda
momentos breves, cuando eran novios.

Mi madre mira sin mirar con su mirada celeste,
pero sólo consigue
desaparecer del presente, 
entre las sombras del pasado.



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