lunes, 15 de agosto de 2022

UNA INCURSIÓN EN EL ABISMO DE LOS PÁJAROS (reseña)


 Cuauhtémoc Vite y el “Abismo de los pájaros”, pensé. De pronto el libro tembló en mis manos. La primera página rechinó como una enorme puerta. Invadida de curiosidad, crucé el umbral.

Un bosque se presentó ante mí con sus inmensos árboles sumergidos en la bruma de un sueño. Mis pasos cautelosos, siguieron lentamente el camino dibujado por la diestra pluma de Vite, con trazos que reptaban sin cesar, adentrándome en esa tupida maraña de hojas y ramas. De un espejo en medio de un claro, salió volando una parvada de ojos y sílabas asustadas que se perdió en el azul del infinito. Me estremecí de ansiedad, sentí no era grata en aquel paraje, pero a la vez, eso despertó más mi deseo de continuar. Cada ángulo en donde posaba mi vista ocultaba algo: ventanas húmedas de literatura, puertas llenas de incógnitas incitaban mi interés.

Cuanto más me adelantaba, las sombras mañosas se asían a mi cuerpo con mimos suplicantes tratando por cualquier medio, impedir mi ingreso a lo secreto. Los espejos verdeaguas entre el follaje, reflejaban por instantes mi figura que se iba deshojando a medida avanzaba. Descubrí, dentro de mí otro ser que ansioso dictaba mis designios. Cada reflejo mío se convertía en largas gotas de lluvia y mi imagen, lentamente resbalaba hasta quedar como una oscura sombra recostada sobre el verdor del césped. Lancé una dura palabra recriminando al autor de este labio de laberinto que incitaba mi deseo de recorrerlo pese al peligro que de él mismo se desprendía. Pero continué no importando nada.

Al traspasar el umbral de la página veintitrés, un torbellino de metáforas de hermosísimos significados me llenó los ojos de emoción sin límite. Quedé deslumbrada, sin emitir palabra, con la mudez de la sorpresa y a la vez de la satisfacción. Una calma absoluta llenó mi espíritu de alegría, entonces caminé con decisión; extendí mis alas adormecidas por tanto tiempo y traté de alcanzar la última imagen que bailaba entre mis labios, pero no pude, se fue en un dulce vuelo. Sin embargo, otro séquito de insospechadas prosas acudió a mi incursión. Abrí los labios y una aguda exclamación escapó sin quererlo; un espejo cercano se trisó en miles de mariposas, espantadas volaron en distintas direcciones. Ellas dibujaron en el aire letras profundas que agonizaban al caer sobre la boca abierta de la siguiente página.

En algún lugar, Vite se escondía tras la flama labial del silencio. Debía encontrarlo, ahora sí sabía la razón que guiaba mis pasos. Él no podía seguir solo sembrando en la hondonada blanca y fría de pausas y acentos. El temor a lo desconocido desapareció por completo de mí ser y mi empeño de encontrarlo superó toda expectativa.

Las páginas se precedían una a otra con una rapidez sorprendente y dejaban en mis labios un leve rastro de miel, la exquisitez que manaba de cada verso, prosa, pensamiento. Cada vez me sentía más cerca, las figuras afloraban dóciles y apacibles endulzando mis ojos como el beso de la brisa.

Las sombras empecinadas en no dejarme avanzar desistieron de su empeño y se fueron a ocultar somnolientas y desanimadas bajo un campo de hojas secas.

¡Vite! Llamé con voces diferentes que se apresuraron a volar lejos. ¡Vite! No te escondas entre tanto follaje. ¡Eres grandioso! Grité para entusiasmarlo a descubrirse. Las hojas invadidas de invierno se dejaron caer sobre mi pequeña figura que zigzagueaba en el pasto. ¡Vite, por favor!, un último cuento, un pequeño verso, pedí con melancolía. Sin embargo, Vite no respondió desde su escondite de pensamientos. No vino a mi encuentro, y de pronto, la última página se desplomó ante mi vista. Espantada quise regresar. Abrir esa puerta que me alejaba de aquella maravilla. Pero al precipitarme quebré un espejo y todo se esfumó tras las briznas de mi ensueño.

Abismo de los pájaros quedó tintineando en el espacio de mi mente. Vite, musité, me has dado un roce de literatura, me incitas a crear mi propio abismo, mi profunda foresta, en donde se escondan mis más preciadas metáforas y sueños. Tal vez un día nos encontremos en la realidad de un punto sobre la página en blanco para llenarla de riqueza.

2 comentarios:

  1. Rocío L'Amar
    Lo que un libro- literatura- enseña, las más de las veces, es a ser más creativos, imaginativos, que a través de nuevos conceptos nos permitimos historias nuevas. Excelente en su particular reseña comadre. Abrazo.

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  2. gracias querida comadre, siempre valorada en sus comentarios tan acertados, fue un libro maravilloso. Besitos.

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