martes, 15 de octubre de 2024

INEXISTENTES


 

Nos vamos borrando del alfabeto de la vida.

Una mano invisible, sutilmente desaparece

el pretérito inmediato, el presente casi no existe.

El álbum  cotidiano abre sus páginas al viento del otoño,

usa su escoba milenaria y acalla nuestros recuerdos

lanzando sus esquirlas de plata.

 

Desaparecidos de lo cotidiano,

entramos al mundo etéreo y desconocido,

no antes de saber que dejamos una huella en la ruta,

un te quiero en el corazón mezquino,

así, vamos surcando el viento del olvido.

No somos nada, desaparecidos en un rincón  de la casa,

seguimos allí, esperando que nos nombren,

que nos hagan un espacio en el mundo de los vivos.

 

Nos encontramos en el instante crucial

en donde no aparecen nuestros nombres,

solo una pequeña voz lejana reclama su lugar sin ser reconocida.

Borrados de la imaginación,  del lugar amado,

alzamos los brazos  enhiestos en busca de un asidero.

Somos como  velas de un barco a la deriva

volando sin hallar un muelle que nos cobije.

 

Desaparecidos de la realidad que nos circunda

con desdén inusitado.

¿Quiénes somos  que hemos sido borrados

del diario vivir, sin ser aun inservibles en  contribuciones?

¿Acaso no fuimos útiles a una sociedad inconsecuente,

que ahora nos da por descartados?

 

Fantasmas recorren la casa arrastrando una pesadilla,

misteriosas huellas dejadas en el murmullo,

manos que se aferran a la inmensidad  del olvido,

y claman un lugar que  aun no han dejado.

Vamos ocupando un espacio

que ya otros han reclamado como suyo,

mientras la congoja se  agolpa en  ojos cansados,

la sociedad  nos niega un tiempo más de vida.

 

Es así aunque  muchos  digan lo contrario,

no cabemos en este mundo cibernético,

no nos adaptamos y  quedamos en el limbo,

ignorados entre la tecnología y el tiempo de una espera,

de ser nombrados,  confundidos en el espacio de la nueva era.

 

Inexistentes  en el cuaderno,  viviendo solo  del pasado

en que aun  pensamos, fuimos algo querido e importante,

mas,  el tiempo inexorable  ha  ido borrando nuestros pasos,

nuestras voces, como una  fotografía en sepia de tenues colores,

recordando un pretérito que se desvanece, día a día.

 

 

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