Mujeres,
recias mujeres, “sexo débil”,
lloran y ríen con las desventuras.
Caen y se
levantan con más ahínco,
siempre
batallando como si la vida
les cobrara
cada paso, cada huella
dejada en el
polvoroso camino.
Mujeres
dando a luz, poblando el universo
de ángeles y
demonios.
¿Quién
sabe?, ellas los aman a todos,
reciben
besos, insultos, lágrimas
y alegrías.
No importa, son parte de su ser,
permanecen a
su lado, aunque les falten las fuerzas,
y el retoño
ya no lo sea, ellas lo miman,
lo protegen
como a su único infante.
El abuso es
ignorado, la ingratitud una penitencia,
mas, deben
erguir la mirada,
continuar la
tarea a fuerza de caer de mil maneras
y levantarse
casi moribundas.
Tienen una
misión que completar en su destino,
proteger el
amor por sobre todas las cosas,
porque es el
caudal que guía sus pasos
y la
humanidad lo necesita tanto.
Mujeres,
como las hormigas cargan enormes decisiones
fuera de sus
límites, sacan fuerzas del universo
y continúan
en la lucha por la sobrevivencia,
para
proteger a sus hijos, su hogar, su bandera.
Mujeres,
entregadas, ignoradas por otros,
maltratadas
de noche y explotadas de día.
Golpeando
puertas indiferentes,
manoseadas
por palabras iracundas, blasfemas,
con cargas
desmesuradas no aptas a su contextura,
ponen los
hombros y su buena fe, su optimismo,
y dan
aliento para continuar la ardua ruta
en unidad,
con sacrificios que amenazan su vida.
Mujeres
dulces, reciben palabras amargas,
el pago de
un olvido, de un castigo.
Su grandeza
no es apreciada,
en la escala
social ocupan el último escalón,
sus méritos
no son suficientes para obtener un sueldo justo,
un trato
afable, la igualdad entre los seres humanos.
Sin embargo
cuando se trata de luchar por sus hijos, su país,
se
convierten en leonas y no hay nada que
las detenga.
Mujeres,
resistiendo hasta el cansancio,
caerán con
la bandera en alto y la palabra amor en los labios,
por cierto,
sus nombres y su entrega;
formarán los cimientos del mañana.
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