“Regresa cuando amanezca”, me
dijo y suavemente me empujó fuera de su casa. Me sentí muy confundida, le
había rogado que me dejara quedar por esa noche, pero apenas cayó el crepúsculo
y se encendió el cielo de arreboles púrpura y naranja, él simplemente, me pidió
que me fuera.
¿Qué le pasa a este pájaro nocturno?, me pregunté con curiosidad. Lo había
conocido sólo dos semanas atrás, se veía un buen hombre muy apuesto y gentil,
eso fue lo que me cautivó, salimos varias veces, conversamos de todo, bueno
casi de todo, me llamó la atención que evitara la luz del sol, usaba todo el
tiempo unas gafas oscuras y se refugiaba en la sombra. La mayoría de las veces
fuimos al cine, y me dio la impresión que lo disfrutaba. Rara vez consumía
alimentos, normalmente caminábamos cerca del atardecer, y sólo bebía un líquido rojizo que
llevaba en una botella oscura. ¿Cómo sabía que el líquido era rojizo? Pues que
cuando lo bebía en sus labios quedaban
unas gotitas de ese color y él, presuroso los limpiaba con su blanco pañuelo.
En una ocasión quise probar aquello, pero me respondió que era como una
medicina que debía beber y que sabía muy mal.
Me agradaba lo amable que era, me ofrecía chocolates en el cine o palomitas
de maíz, pero él se excusaba de estar en un tratamiento y no podía comer
cualquier producto elaborado, entonces insinué que debería ser de aquellas
personas que son vegetarianas, o
naturistas y asintió que algo como eso.
La semana pasada nos besamos en el cine, fue maravilloso, un hombre
ardiente y apasionado que me hizo pensar
en un buen romance. Me pidió que le llamara Al, su nombre era muy largo, algo
así como Alucard y accedí con mucho
amor.
Nos despedíamos cerca de mi departamento, sin embargo siempre tenía una
excusa para no entrar, obviamente era una persona muy ocupada y no insistí.
Nuestra relación era muy reciente y no quise ser aprovechada, aunque lo deseaba
con pasión. Me cohibía su manera de tratarme con demasiado respeto, casi no me
abrazaba, sólo cuando me besó, pude entrever su temperamento ardiente, pero pronto se controló. Yo estaba
fascinada con él. Una tarde le hablé de mis amigas y parientes, me pidió que no
les hablara de él, por el momento, que sería un secreto entre los dos hasta que
fuera más formal. Esa idea me subyugó, amaba todo lo envuelto en misterio, un
secreto, era algo fascinante. Y estuve
de acuerdo.
No le gustaba sacarse fotos, nunca admitió tomarnos una juntos. Cierta
tarde por primera vez me invitó a su casa. Yo estaba muy emocionada, eso podría
ser un buen indicio para que
consumáramos nuestra unión. Había estado fantaseando por varias noches
cómo sería hacer el amor con él, poder tocar su cuerpo tan varonil, besarle con pasión y entregarme a él en
cuerpo y alma. Incluso pensaba después de eso podría invitarme a vivir en su casa. Tengo veinticinco años y todas mis amigas dicen que
me quedaré para vestir santos, cosa que me disgustaba mucho. Entonces
ahora, la situación es distinta, ya tengo
un amor y se notaba que él también me amaba,
claro a su modo, un poco introvertido y
muy controlado en sus efusiones. Al,
cada tarde me esperaba a la salida de la tienda, caminábamos por la alameda
parsimoniosamente, dejando que las horas
cayeran sin inmutarnos hasta que él comenzaba a mirar el reloj y repentinamente
quería regresar. La segunda vez que me llevó a su casa, fue por
un breve tiempo, enseguida me invitó a salir por cigarrillos y
de allí me fue a dejar a mi
departamento. Me defraudó, yo esperaba
otra cosa. Debo tener calma me dije, no tengo que ser tan impaciente, a los
hombres les gusta ser ellos los que den los primeros pasos.
Yo pensaba que uno de estos días él me invitaría a quedarme en su hogar,
tal vez como su pareja, en fin, soñaba con esa idea, tengo una pasión secreta
que cada día me quema el pecho, sin embargo, no me atrevo a pedírselo, es una
mezcla de temor y vergüenza. ¿Cómo le
puedo confesar algo si él es tan diferente a todos los hombres que conozco? Por
un lado me cohíbe, no me da confianza, y aunque
llevamos sólo dos semanas como
novios, hay cosas que me sorprenden,
como ese día en el cine cuando me besó sentí que algo me pinchó el labio y
cuando llegué a casa tenía una pequeña herida. Se lo dije al otro día y pareció
muy preocupado, y me pidió disculpas que al final me sentí confundida.
Ayer fuimos a su casa y mientras me quedé en la sala por un momento, como
soy un poco curiosa, estuve recorriendo las piezas adyacentes y en una que parecía su escritorio todo estaba
muy oscuro con gruesos cortinajes, entonces prendí la luz y me pareció que el
mobiliario y el aspecto de ese cuarto eran
de otro siglo, muy antiguo, pensé.
Cuando sentí sus pasos apagué la luz y cerré la puerta, pronto me apuré
en sentarme en el sofá. Me miró con atención y me preguntó por qué estaba como
agitada. Ah, le contesté, no es nada, estaba pensado que debo ir de compras. Te
acompaño, dijo, y salimos de su casa.
Cuando me dejó en la noche cerca de
la puerta de mi departamento me dio varios besos muy apasionados, en un
instante en que abrí los ojos vi sus colmillos muy puntiagudos y eso me
espantó, se lo dije y me mostró después sus dientes que parecían normales. Creo
que el amor me está volviendo loca y tengo alucinaciones, qué vergüenza. Se rió
mucho y me preguntó si creía que era algo así como un chupa sangre. Tuve
que sonreír y disculparme. Bueno, me contestó, como eres muy curiosa, mañana te
invitaré a paladear un desayuno de películas en mi hogar, jaja, tú serás mi
hermosa invitada, ya verás que tendré una interesante sorpresa para ti, pues
soy un experto en preparar un plato gourmet que nunca olvidarás. Oye, me
intrigas, reproché, y no acostumbro a comer mucho en el desayuno, ah, y no es curiosidad, sino que eres mi novio y por
supuesto quiero saber más de ti, dije en
un tono de queja. Jaja, rió de nuevo ya verás, mi amada, serás la reina de mi
mesa.
Bueno, hasta mañana mi amor, relájate para
saborearte mejor, exclamó con una inusitada alegría. Me abrazó y deseé con fervor
que tal vez, era un tácito anuncio de que mañana, por fin, haremos el amor, dando rienda suelta así, a esta secreta pasión que
nos devora...
Joaquina Sánchez Fernández Precioso..!!,amiga...besos!A pesar de los colmillos....es amor!
ResponderEliminarAsí es el amor querida Joaquina,ciego ante el peligro jejeje, besitos de Marianela.
ResponderEliminaray, comadre, las féminas en ese alcanzar el amor, por lo general somos ciegas y sordas, y con tremeda imaginación para ver lo que se quiere ver y escuchar lo que se quiere escuchar. (me gustó la trama, aunque la protagonista nos introduce en el asunto/idea desde el principio, la narrativa -que es atmósfera, ambiente, escenario- es atrapante). abrazos desde mi ruka, Ro
ResponderEliminarAsí es comadre Ro, es que somos tan soñadoras que la imaginación nos tergiversa la realidad jajaja y los vampiros andan sueltos. Entonces a cuidarse. besitos de Marianela.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarJajaja, me gustó esa ironía de los vampiros con todos los detalles del entorno y la ingenuidad típica femenina.
ResponderEliminarPor favor no vayas a la siguiente cita. :)
Un gran abrazo.