Hay gente
nueva viviendo en este barrio. Antiguamente casi todos nos conocíamos: buenos
días señora Tina, ¿Cómo está don Pepe? ¿Qué dice mi ahijada?, ¡cada día más
grande!, y ¿los niños que no los he visto?, ah, están en la escuela, en fin,
esas eran las diarias preguntas para iniciar una nutrida charla con los
vecinos, pero desde hace un tiempo, hemos ido quedando aislados, la mayoría,
por defunciones de mis antiguos vecinos, sin saludos y sin esas amenas
reuniones mientras barríamos la calle, pues
a los nuevos inquilinos sólo los
miras muy de vez en cuando, y apenas levantan una ceja si esperas que te saluden
como corresponde.
Recuerdo con nostalgia los años 2000, ¡qué tiempos aquellos! No le dábamos
importancia a las noticias, anuncios de
que seríamos invadidos por extraterrestres, que naves no identificadas rondaban
nuestro cielo, nada, nos reíamos haciendo chistes. Pero la realidad ha ido
cambiando nuestro modo de vivir y de pensar, ahora, todos te miran con desconfianza, podrías ser uno de ellos y nadie se arriesga
a creer de primera vista que tú no eres alguno de esos invasores.
Cuando se supo por el año 2012 que
se podían hacer trasplantes de rostro, pensamos que era como un milagro que
personas con caras, desfiguradas por algún accidente o ataque animal, pudieran tener la posibilidad de vivir
una vida más normal, sin ocultar su rostro deformado, eso sí, fue un gran
adelanto. Pero nadie pensó que ese
adelanto de la medicina, sirviera a seres invasores, como recurso para sus
fines de apropiarse lentamente de
nuestro planeta.
Ahora cada vez que alguien pasa por mi lado temo mirarlo a los ojos y
descubrir que han comenzado a llegar a mi barrio. Un amigo me lo dijo, tienen
un defecto en los ojos, por eso usan lentes, pero ¿cómo saberlo? Si ya nadie te
mira a los ojos, las miradas se desvían y pasamos temerosos a ser atacados, si
perciben que los has descubierto. También dicen que sus dientes son más
puntiagudos, pero igual, ¿cómo podría averiguarlo si no te hablan, y menos te sonríen?
Alguien dijo que son caníbales o algo por el estilo, que para apropiarse de los rostros, salen
de cacería en las noches y se adueñan de
las víctimas, les sacan los órganos y
hacen implantes en sus cuerpos
que aún no se han adaptado muy bien a la tierra y de vez en cuando,
necesitan cambiar alguna de sus partes.
Del barrio sólo queda mi amigo Carlitos,
pero está tan viejo que ya no le permiten sus piernas ir a caminar como
antes, así que voy a atreverme a salir
con mis noventas años a cuestas y caminaré hasta su puerta. Debo ser cauteloso,
no despertar sospechas a la infinidad de mascotas electrónicas que están
apostadas en los jardines y puertas de estos nuevos residentes. ¿Quién sabe?,
en este año 2060 han introducido nuevos métodos de controlarnos, si son
extraterrestres, puede que ya me tengan dentro
de la lista vecinal de exterminio.
a modo de crónica, vislumbro el desarrollo del relato. ME GUSTÓ.
ResponderEliminarGracias comadre Ro, ahora hay que cuidarse de los vecinos, uno nunca sabe que puede encontrar. jajaja Besitos de Marianela.
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ResponderEliminarJorge Etcheverry Arcaya Buena escatocrónica, me gusta ese género
muchas gracias Jorge, es un género que me gusta mucho, saludos de Marianela.
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