El viernes dicen…
¿Qué pasa el viernes?, pregunté sorprendida. ¿Cómo que no sabe?, haga memoria.
La verdad es que no recuerdo nada, ni siquiera qué día es hoy. Creo que debería ir a mirar
el calendario, sin embargo en esta casa es difícil hallar uno, tal vez los
esconden, ¿pero para qué, qué tanta urgencia con el día viernes? ¿Será acaso el
acabe de mundo, como han vaticinado por décadas? Pienso que con esas pastillas
que me dan al acostarme algo malo sucede en mi cerebro. Hay días que hasta me
cuesta recordar mi nombre, pero no viene
al caso, aquí todos te tratan como si
fueras una boba. ¡Ay, mijita, haga esto!, ¡ay tesoro, no haga eso!... mijita,
¿se le olvidó de nuevo?
A ver, tengo que hacer memoria, ¿qué debo hacer el viernes, o todos los
viernes? Es posible que sea bañarme, me gusta bañarme una vez a la semana,
¿para qué más seguido si estoy limpia? Jaja, ya nadie me ensucia.
Bueno, tal vez haga algo el viernes que no sea ir al médico,
visitar algún pariente por unas horas,
nomas que unas horitas, no me soportan por mucho tiempo, dicen que me la paso
reclamando y que aquí donde estoy me tratan de maravillas, que hablo de pura
regodeona. Que aprenda a vivir. Ya, ¿a mi edad?, todo lo que aprendí está en esta caja y no
cabe más, por lo contrario, como que se encuentra muy saturada, por eso se
están borrando los casetes y quedando en la nada. Sí que tengo mis recuerdos, y
muy bien guardados, son sólo míos, ¿a quién
le importan? Para que veas que no estoy
demente, sigo pensando en el viernes. Claro, es un día especial porque se acaba la semana de trabajo y luego tienes
el sábado para descansar. Viernes, hay viernes que salen festivos y entonces tienes un
largo y tedioso fin de semana.
Recuerdo que un viernes hubo un gran alboroto en la casa porque venía un
cantante muy famoso a visitarnos, ah, todas las chiquillas se acicalaron con lo
mejor que tenían, yo también. No recuerdo en este momento su nombre, pero, ¡uy,
qué lindo cantó!, si hasta lloré de emoción, cierto que ahora últimamente lloro
por cualquier canción, creo que estoy muy sensible. Me encanta la música, en
mis tiempos era una buena rocanrolera, no había muchacho que no quisiera sacarme
a bailar, parecía un trompito, jaja,
ahora apenas puedo mover los pies, mas, ganas no me faltan.
“Viernes que te quiero viernes”, a
alguien escuché decir esa frase. ¿Qué
podría ser tan especial? Depende del mes, porque hay viernes que traen algunas
sorpresas. Un cumpleaños por ejemplo, un paseo, cine, en fin, algo de eso puede
ser.
Ana, dígame, ¿qué pasará este viernes?, me doy por vencida. ¿Tan rápido se
dio por vencida, no quiere pensar un poquito más? No, definitivamente no quiero
quebrarme la cabeza, usted dígame. Le daré una pista, se pondrá ese vestido que
le gusta tanto, está limpio y planchado. ¿Por qué?, yo no sé porqué es tan especial. Frío, otra pista, en el mes de febrero hay un día para soñar. Pues yo sueño todas las noches
aunque no recuerdo nada cuando despierto. No, frío, anímese, otra pista, habrá música romántica, ¿sabe que día es hoy?
Cuando desperté pensé que era jueves. ¡Uy, tibio! ¿Ve que puede recordar? Ya,
Ana, me está cansando, ¿cuénteme que pasará? ¿Una fiesta? ¡Uy, casi se quema!
Vamos, hoy es jueves 13, ¿qué fecha será
mañana? Déjeme pensar… ¿catorce? Claro,
ya casi adivino, ¡caliente!… ¡caliente!
¡Día del amor! ¿Ve?, y ¿quién vendrá a bailar con usted? Y eso ¡qué importa!,
no lo sé. ¿Cómo que no lo sabe?, si esta mañana le envió una nota y siempre
aparece con un ramo de flores. No, no sé
y no conozco a nadie que me envíe notas y me regale flores, está usted
inventando, eso es para la juventud. Pero señora Carmelita, si tiene un
admirador. ¡Ah ya!, deje de fastidiarme
y reírse de mí. Bueno, no se enoje,
acuérdese que somos amigas, la dejo por ahora para que recuerde un poquito más.
La verdad es que no puedo adivinar, quién es ese señor que me mandó la
nota, la guardé bajo el colchón. A propósito, allí hay varias notas que nunca
he leído.
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