Hoy viajo en el tren del recuerdo, del olvido.
Un tren lleno de nostalgias frustradas, alegrías
incontenidas
y memorias que yacen en los surcos del tiempo.
Este tren se detiene en estaciones insospechadas,
abre sus puertas a los que suben, nunca bajan.
Yo estoy allí, inmersa en un extraño sueño,
en donde soy la anfitriona
que tácitamente da la bienvenida
a seres conspicuos de refinados gustos y otros, los más,
de insignificantes presencias.
En este tren el maquinista no muestra su rostro,
su aspecto es oscuro, arrogante, domina toda situación
sin salir del tren.
Este personaje, dice ser el final, no existe nada más que
su mandato.
Y entonces, busco mis ojos, mi cuerpo, quiero despertar,
no deseo continuar atada a algo que no existe.
Mas, los dedos del tiempo me retienen
y apagan la luz en el fondo del entendimiento.
Mi voz se retuerce
entre las cuerdas flojas de un violín desesperado,
He quedado adherida a las ventanas del tren
con un largo sollozo de impotencia.
No puedo despertar, estoy atrapada en un letargo
infinito,
que no termina, me lleva hasta la inaudita pesadilla.
No sé si podré escapar a la realidad, o si la realidad es
otro sueño.
Y, si es así, ¿cuál es la verdad de la existencia?
Atrapada en una somnolencia navego sin tiempo.
Soy como el viento que revolotea
hojas caídas del árbol
y las deja caer sobre los cristales de un poema
en un círculo sempiterno.
Mará Angélica
ResponderEliminarSigue el romanticismo. Que triste es ser invisible ante los ojos del ser amado cuando el corazón grita silencioso por siquiera una mirada suya.
Amores platónicos y juveniles, amiga Mará, muchas gracias, besitos.
ResponderEliminarMónica Tapia Espinoza
ResponderEliminarNunca mejor dicho, mija.
• amores juveniles amiga Mónica, gracias por leer, besitos.
ResponderEliminar• Bernarda Hernandez
ResponderEliminar• Hermoso.
muchas gracias amiga Bernarda, besitos.
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