Se
mira al espejo, pero no se halla. Se inclina, luego se sube a una silla, busca
su figura por la pieza. No importa, se baja y se pone los zapatos. El espejo
ahora la refleja y contenta se abraza, acaricia su rostro, arregla sus
cabellos. Luego se acerca más y besa su imagen dejando un rastro de rímel. Se
sorprende y besa varias veces al
espejo, entretenida en un collar de
besos. Alguien dijo que era bella como una figurita de porcelana o de magazín.
Está orgullosa, mientras repasa el labial de sus labios, admira el carmín de su
boca, rojo como una cereza. Repasa el colorete de sus mejillas, al tiempo que
piensa, a dónde irá a tomar el té con sus amigas. Observa sus aretes hermosos,
pero un poco pesados por tanta pedrería, ah, y el collar que su abuela le ha
prestado. Se fija en sus párpados ensombrecidos por el pincel de color azul
intenso.
Todo se ve bien, le agrada. Su maquillaje es perfecto, ha gastado mucho
tiempo en él, desea ser la más hermosa del grupo. Está contenta con el
resultado, y da una gran sonrisa a su figura en el espejo.
Ahora se preocupa del vestido, le queda un poco suelto y largo, con
delicadeza lo levanta para dar unos pasos con los tacones altos y mirarse de
más lejos. De pronto da un traspié y
está a punto de caer al piso.
Los zapatos de mamá son muy grandes para ella, piensa y un poco
desilusionada, se aleja taconeando hacia su dormitorio a tomar el té con sus
muñecas.
Mará Angélica
ResponderEliminarHermoso poema.
Marianela Puebla
ResponderEliminargracias amiga Mará, es un cuentito, besitos.
Rocío L'Amar
ResponderEliminarSiiiii quién no jugó con la ropa y tacones de mamá... bello recuerdo has traído comadre. Me encantó
Marianela Puebla
ResponderEliminargracias comadre, como dices, son bellos recuerdos que valen la pena en estos días, traerlos y disfrutarlos.Que tengas un provechoso fin de semana.Besitos.