sábado, 15 de enero de 2022

LA MALETA


 

Los caminos hacia la mina  la Escondida cerca de Antofagasta, son áridos y despoblados, un paisaje desolador pero como Eduardo trabaja allí, ya se había acostumbrado a esa soledad. Ese día  de regreso a su casa, y en un recodo del  camino,  encontró una maleta que le llamó la atención, observó a su alrededor y nada, ni un alma viviente. Qué raro se dijo,  seguro que se le olvidó a algún trabajador de la mina, se bajó y la inspeccionó, habían algunas herramientas muy viejas y un carnet de identidad. Pensó en dejarla allí, pero luego decidió llevarla y entregarla al día siguiente al custodio de la mina, tal vez  él podría  reconocer  la fotografía del carnet y ubicar al dueño de la maleta.

Al  llegar a su domicilio, que era una casa de tres pisos, en donde su hermano vivía con su familia en el primer piso, Eduardo en el segundo piso, y en el tercero, tenían  un gran salón con un gimnasio para hacer pesas y otros ejercicios. Le contó a su hermano sobre el hallazgo  de la maleta, Antonio la miró y  frunció el seño, ¿de dónde sacaste esta basura?, le increpó. La traje por ahora y la llevaré mañana a la mina,  contestó el aludido. Aquí está el carnet para identificar al dueño, agregó. Antonio miró el  carnet con desconfianza por lo sucio que estaba, y le pidió que sacara esa maleta de su piso. Entonces Eduardo la subió al tercer piso  y allí la dejó, guardándose el carnet en el bolsillo.

Esa noche Eduardo sintió algunos ruidos en el piso superior,  pero pensó que eran los gatos que andaban en el tejado, y no les hiso caso.

Por la  tarde, Antonio le preguntó si ya había entregado esa maleta y  Eduardo le confesó que se despertó tarde y  salió muy apurado de su departamento ya que los gatos no lo habían dejado dormir bien. Mañana la llevaré, le prometió. Esa noche Antonio sintió mucho ruido como si Eduardo estuviera haciendo ejercicio en el piso superior, eso le llamó mucho la atención pues era muy tarde. Pasó por el cuarto de Eduardo y este dormía plácidamente. Por cierto, pensó que alguien se había metido a robar, tomó un bate de béisbol  y subió al otro piso con precaución, prendió todas las luces, revisó el piso completo pero no había nadie, y supuso que tal vez el ruido venía de la calle o de la casa del lado, así que se fue a su departamento tranquilo a dormir.

Al día siguiente Eduardo llegó a la mina y recordó la maleta que aún estaba en su casa, pero tenía el carnet en su bolsillo y se lo mostró al capataz a ver si él lo reconocía. El hombre lo miró varias veces y luego exclamó, ahh, es Facundo, el barrenero que  murió en un accidente el año pasado. ¿Qué?, exclamó Eduardo, no me esté leseando,  ¿murió? Pero… yo encontré su maleta con herramientas en la carretera  y la tengo en mi casa. Como estaba sola en la carretera, pensé que la había olvidado y se la iba a entregar. ¿Qué dice?, inquirió el hombre persignándose, ¡no me diga que lo están penando!.  Eduardo se lo quedó mirando perplejo, pero, ¿cómo llegó la maleta ahí? A lo mejor alguien la dejó a propósito, comentó el capataz con cara de incrédulo, y  luego exclamó: ¡ay hombre no me asuste!, deshágase de esa maleta porque usted lo está invitando  su casa. ¡Qué va!, yo no he invitado a ningún fantasma, contestó Eduardo un poco molesto. Y se fue a su trabajo muy contrariado.

Cuando llegó a casa, Antonio le preguntó si anoche había escuchado ruidos de las pesas de ejercicio. ¿Qué?, no me digas, no oí nada, dormí como tronco. Ah, te contaré que el tipo del carnet trabajó en la mina, pero falleció el año pasado en un accidente. ¡No!, pero ¿cómo?... No sé, ¿cómo esa maleta estaba sola en el camino? Es muy extraño, ¡a lo mejor la puso el fantasma!, bromeó Eduardo. ¡Anda, no es una broma!, ¡saca esa maleta de mi casa¡ Ajá, lo mismo me dijo el capataz, estaba súper asustado.

Esa noche volvieron los ruidos  de las pesas rodando por el piso, Eduardo se levantó y subió a comprobar qué pasaba, y observó que todo estaba en orden. Entonces dijo en voz alta:”Ya po’ Facundo, yo no te invité a mi casa, mañana te llevo tu maleta y déjame dormir ahora”. En ese momento subió Antonio y le preguntó, ¿oye con quién hablabas? Ah, le estaba pidiendo a Facundo “que nos deje dormir”. Ya, no te preocupes, mañana le entrego su maleta. Así lo hizo, dejó la maleta en el mismo sitio  junto con el carnet. Cuando regresó por esa carretera, la maleta había desaparecido. Y desde esa noche nunca más se escucharon ruidos en el tercer piso.

19 comentarios:

  1. Francisco Arancibia Alvarez La maleta del terror.Buen cuento.Gracias

    ResponderEliminar
  2. Danilo Salinas Alcayaga Muy bien genial.... Excelente cuento

    ResponderEliminar
  3. Gracias amigo Danilo, el norte tiene muchas historias, saluditos

    ResponderEliminar
  4. Sergio Jorquera Bravo!!El desierto de Atacama guarda muchos secretos y también maletas! 👍

    ResponderEliminar
  5. así es, y les pasó a ustedes,jejeje

    ResponderEliminar
  6. Rocío L'Amar siiiiiiiiiiiiii, me encantó. Ahora voy a dormir, jajajajajaaa

    ResponderEliminar
  7. comadre un caso real, ¡ya despierte!, estamos de día jijiji besitos.

    ResponderEliminar
  8. Maruchi Curbeira Palomo Entretenido

    ResponderEliminar
  9. sí entretenido y verdadero, jiji besitos

    ResponderEliminar
  10. David Moreno ¡Gracias ,divina y bellisima Marianela!, eres un encanto.

    ResponderEliminar
  11. Gracias totales maravillosa Marianela, estoy preparándome y buscando, el instante adecuado, para disfrutar a cabalidad de tus cuentos. Un abrazo fraterno, amiga linda

    ResponderEliminar
  12. muchas gracias por tu comentario estimado amigo David, muy amable, cariños.

    ResponderEliminar
  13. Mará Angélica Para leer tus bellos cuentos hay que estar preparada para encontrarse con fantasmas, monstruos, extraterrestres y otros y después tratar de dormir. Ja ja. Muy bueno!

    ResponderEliminar
  14. Ay qué linda eres amiga Mará, lo importante es que los leas con entusiasmo y sorpresa, ya coloqué el de esta noche, ok gracias por tus comentarios, buenas noches, besitos.

    ResponderEliminar
  15. Jorge Etcheverry Arcaya muy bueno, aunque ando de maletas.

    ResponderEliminar
  16. posible viaje jejeje, muchas gracias amigo Jorge, saluditos

    ResponderEliminar
  17. Amelia Arellano Marianela Puebla abrazo preciosa y gracias por los cuentos.

    ResponderEliminar
  18. gracias a ti por los hermosos poemas que escribes, besitos.

    ResponderEliminar