La desconocida, atraviesa el bosque,
corre a esconderse entre la espesura,
teme que su atuendo se convierta
en un montón de ramas.
No sabe cómo llegó hasta allí,
vestida de aquel modo,
quién le embrujó el destino, su identidad desconocida.
Las sombras de la tarde penetran el camino,
le asusta el zumbido del viento,
el graznido de pájaros de mal agüero,
la soledad que susurra en sus oídos
y la envuelve en un mundo incierto.
Ella corre con sus cabellos desgreñados,
una alfombra de hojas moribundas
se aferra a su vestido,
desgarrándolo en miles de fragmentos,
al tiempo que ramas
escalofriantes de desamparo, le roban sus cabellos.
La dama ve su camino lleno de presagios,
algo siniestro la persigue,
no quiere mirar hacia atrás,
corre sin rumbo.
Despavorida ve con horror que su vestido
va quedando en el vacío,
acumulando más incertidumbre,
convertido en follaje.
Un ser de cara leñosa abre sus brazos,
y la atrapa con dulzura.
Ahora su desnuda figura,
es solo un montón de sarmientos
esparcidos.
Rocío L'Amar
ResponderEliminarAsí nos vamos deshojando comadrita, pero con glamour, jajaaa
ResponderEliminarsí comadre como dices, con glamour, besitos.
Miranda Gandi
ResponderEliminarEscalofriante y sin embargo bello.
Sí, nos deshojamos. Pero quedan los sarmientos...
Hermoso, Mariana. He estado alejada de la Red, pero regreso y me encuentro con esta increíble sorpresa. Mis rendidas felicitaciones!
Miranda Gandi
ResponderEliminarMarianela! , disculpa. Me comí la mitad de tu nombre. Estaba sabroso
gracias amiga Miranda, que bueno que te agradó mi poema, besitos.
ResponderEliminarDanilo Salinas Alcayaga
ResponderEliminarFelicidades Marianela.
gracias amigo Danilo, cariños.
ResponderEliminarCarlos Barrales Poeta Músico
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminargracias a ti amigo Carlos.