Había
una sola vez, una escalera que ascendía
y ascendía y nadie lograba alcanzar el final de ella, porque cuando se daban
cuenta estaban a pocos escalones del
piso, a pesar de que ellos sentían y se
cansaban de tanto subir, realmente todo
era como una ilusión. Mucha gente del pueblo llegó hasta esta morada, solamente
para descubrir el secreto o el engaño de
sus habitantes, incluso hasta sacaron fotos, pero nunca salía el final de la
escalera. Algunos pensaron que la escalera estaba hechizada y que los ancianos
que allí vivían eran brujos, en fin, se
hacían miles de conjeturas para darle
una respuesta al misterio de la escalera.
Los ancianos repetían que ellos
no sabían nada, que cada noche subían la escalera hasta el segundo piso en
dónde se encontraban los dormitorios. El resto de la escalera, decían,
continuaba hasta el ático, nada más. Pero los que subían jamás llegaban al
segundo piso, al parecer por más que se
cansaban de subir escalones, siempre permanecían en la planta baja, sin embargo los que quedaba abajo como testigos, aseguraban
verlos desparecer al subir al segundo piso.
Esto era un intrincado problema que no podían resolver, argumentando
que los viejos hacían algún truco o magia para que todos quedaran convencidos de que subían.
Muchos creían que realmente los ancianos eran brujos y los engañaban, por lo
tanto, pensaron seriamente en
llevarlos a quemar en la hoguera,
pues estaban muy enojados y decían que
se burlaban de ellos con sus trucos.
Los ancianos temían lo peor, ya casi no querían abrir la puerta para
que gente de otros pueblos vinieran a
descubrir el engaño. La señora temblaba cada vez que le golpeaban la puerta,
pidiendo disculpas por no abrir, pues se encontraba enferma, pero los golpes
seguían hasta que el marido abría la puerta regañando a los osados.
Sucedió que, de un tiempo atrás, algunos de los hombres que subieron no bajaron más, eso fue lo que
hizo que los vecinos cuestionaran a los ancianos, amenazándolos con los peores castigos si no
decían la verdad, ellos argumentaban que todos los hombres habían bajado sin
problemas, pero ya nadie creía eso pues faltaban muchos vecinos desaparecidos.
Los ancianos aseguraban haberlos visto irse enojados por no saber el secreto de
esa escalera y eso era todo lo que ellos podían confesar.
Un día vino el alcalde del pueblo con una carta de sentencia para los ancianos, él mismo subiría las escaleras, pero hizo
que los ancianos subieran primero
amarrados con una cuerda a él. El anciano subió lentamente las escaleras
seguido por su mujer y el alcalde, todo el pueblo se arrimó a ver la escena, ya
que en la carta se aseguraba por consenso unánime que, los ancianos serían llevados a la hoguera si
no contaban el secreto, y por esa razón
el alcalde sería la última persona que subiría esa enigmática escalera.
La gente los vio desaparecer a
los tres al llegar al segundo piso, pero
por primera vez el anciano y su mujer subieron al ático junto al alcalde.
Subieron y subieron y nunca más regresaron, dicen que de repente una nube
extraña se posó sobre el techo de la
casa, tan rara que no pudieron ver la chimenea ni sus volutas de humo, nada.
Fue muy expectante ver la escalera vacía sin que nadie bajara por ella hasta
entrada la noche. Entonces, asustados los vecinos persignándose de pie a cabeza, decidieron prenderle fuego a la casa
pues decían que estaba embrujada. Cuando
la casa se quemaba, sintieron los gritos del alcalde que según dijeron se
escuchaba a pocos escalones del piso, y
entre el espeso humo de la quemazón, vieron algo que brillaba girando camino a las estrellas.
Desgraciadamente el alcalde no pudo salvarse por el espeso humo que lo
cubría y sólo encontraron más tarde un esqueleto amarrado por una cuerda a lo que quedaba de la escalera. De los
ancianos nunca se encontró nada. Unos dicen que les pareció ver una extraña
nave desaparecer entre la humareda.
Hay alcaldes que se queman solitos... jajaaa
ResponderEliminargracias comadre Ro, así es jajaja, besitos.
Eliminarbueno, precioso el blog
ResponderEliminarmuchas gracias amigo Jorge, me lo tenían bloquedado, saludos.
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