Huyen mis sueños despedazados
por la mano que dicta la sentencia.
No hay descanso en los caminos asediados
de pesadillas que se alargan tras mi sombra.
Y seguimos tratando de conectar lo imposible
desunido por burbujas irreales.
Huyen los días
apacibles
y dan paso a solitarias noches de interminables insomnios.
Por más que cierro las puertas,
las encadeno con candados y cerrojos,
apenas bajo los párpados
dejan salir los sueños y abrazan las vigilias y desvelos.
¿Por qué esta sensación de huir aloca el corazón
abre las venas, atropella la palabra sin ser pronunciada?
¿De qué huyes?,
pregunta la imagen que tímida se asoma en el espejo,
la respuesta, ha escapado de mis labios.
No hay descanso,
he colgado en mi ventana
un atrapa sueños con sutiles pensamientos
y convincentes
metáforas que impidan el libre acceso
mas, el afán de partir está escrito en cada suspiro,
cada mirada al
vacío.
La almohada ya no es mi fiel amiga, no guarda mis
secretos,
abre las puertas del delirio en noches de fatiga,
extiende sus alas y enfila hacia el infinito,
lanza las ventanas como hojas de otoño al espacio
que iracundo las desaparece
y quedo a la intemperie, sin cobija, desnuda de sueños
que huyen descaradamente en medio de mis fantasías.
No hay lágrimas que los detengan, la estancia se vuelve
oscura como un pozo repleto de espejismos.
Estoy a la deriva, el caos reina en mi mente
se apodera de los lugares privados y secretos,
sólo quiero despertar, despertar…
Tejer una red y atrapar esas luciérnagas sensatas
que iluminarán de nuevo otro amanecer
en la soledad de mi locura.
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