lunes, 2 de diciembre de 2024

ALGUIEN ESPERA


 

El viento golpea los cristales entumecidos con uñas breves.

Rasguña con leve a alevosía los contornos  de la  indiferencia,

sin que nadie se apresure a dejarle entrar.

Hay un abismante silencio después del soplo del Cauro,

como si  el universo cerrara la boca

por una  endémica pausa y los astros atónitos

bajaran la vista a tan expectante momento.

 

El hombre en su sábana lanza un suspiro,

un leve rumor  invade la somnolencia

y desata los cabellos del sueño aún en acción.

El viento susurra empañando la ventana con  aliento gélido,

tiene sus labios junto al umbral de la noche

y  suplica que lo dejen  permanecer allí.

Quiere despertar con su frío beso al viejo pescador que yace en silencio.

La  penumbra  envuelve la estancia como una madre,

no permitirá que  los sollozos del Cauro despierten la armonía

y desaten la sensación del ruido,  como un rugir de mal agüero.

 

Pequeñas luciérnagas iluminan la  soledad y los árboles con sus cuerpos

 desnudos, bajan  sus temores al vientre de la Tierra

resguardando  el tesoro de la sobrevivencia hasta  nuevo aviso de  primavera.

El viento recoge su poncho de espuma no necesita permanecer

hasta que  amanezca el día, debe empujar la barca antes del alba

meterse en las  gélidas aguas del océano en busca del alimento

que el hombre recogerá en sus redes.

 

Alguien espera a la vuelta de la inmensidad

el beso del viento al tocar las crestas de sal, pero su llamado ha sido en vano,

el pescador ha enfilado rumbo a las estrellas,

lleva en su barca imaginaria un cardumen de peces plateados,

mientras el viento lanza un sollozo de soledad,

guarda sus alas fantasmales y se hunde en los brazos de las olas.

 

 

 

 

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