El silencio
cabalga el lomo del amanecer. Va surcando la penumbra para no despertar al
ruido. Sus pies de seda no dejan huellas, y
por el camino hacia el alba, va regando diminutas gotas de rocío en las
bocas abiertas de la madre Tierra.
El
silencio no sabe de sueños, vive pendiente de no despertar al ruido, luego a la violencia y al trajín que conlleva
el día en que se muere, alguien nace, otro sufre. Cuando el sosiego cubre la
tierra con su manto, pareciera que todo descansa en sus brazos. Aparentemente.
El ruido ahoga las voces en agonía, el dolor se hace inaceptable, sin embargo,
la capa estruendosa del ruido todo lo abarca y hace una mezcolanza que es muy difícil
identificar cada sonido.
Por eso, cuando las sombras de la noche
cierran los párpados de todas o casi todas las criaturas, el silencio camina a
pie juntillas besando a los seres que sufren, a los discapacitados, especialmente a los niños que padecen
enfermedades y los sumerge en profundos sueños reparadores.
Es
tan prudente que espera hasta el último minuto del alba, alargando su estadía
un segundo más, sobre todo, en un esfuerzo de apaciguar la somnolencia del
ruido, que lo aleja con un terrible bostezo.
El silencio es un regalo u obsequio del universo, invaluable. Buen escrito, comadrita.
ResponderEliminarmuchas gracias comadre por esta visita de fin de año 2024, que tengas un tiempo maravilloso junto a tu familia, abrazos cariñosos.
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