martes, 15 de julio de 2025

ATÓNITA INTERRUPCIÓN


 

El tiempo se detuvo esta mañana justo a las ocho, cuando una abeja se alistaba para asaltar una rosa. Los grillos quedaron con sus violines a medio guardar y una gota de rocío quedó suspendida ante mis ojos,  reflejando una pregunta inimaginable. Qué maravilla pensé, paralizada por la sorpresa, viendo  mi rostro reflejado en esa gota cristalina.

 El viento batió sus alas en una pausa sin emitir un sonido y el reloj universal se detuvo sin  explicación. No hubo caos, el silencio fue el dios  del momento y por primera vez abrió la boca de alegría y se  recostó sobre sus laureles.

Las hormigas quedaron atónitas con su carga mañanera, sus  antenas elevadas, prontas a seguir una ruta desvanecida por la interrupción. Todo parecía normal aparentemente, pero había que comenzar la rutina o el mundo se convulsionaría después, cuando faltara el tiempo y el hombre anunciara una catástrofe por la pérdida en  sus ganancias.

Por eso y  haciendo un fallido carraspeo, el ruido se impuso y sacudió al tiempo con fuerza, dándole la cuerda necesaria. El reloj volvió a latir su acompasada marcha justo un minuto pasadas las ocho de la mañana.

Lo interesante fue que, nadie, salvo yo, se dio cuenta de esta insólita interrupción.

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