Atrévete
ahora que estoy a tu distancia,
las
armas a mi alcance, las palabras adecuadas,
la
voz en susurro, sin prisa ni nerviosismo.
Vamos
a comenzar la contienda, limpia de toda duda
pondremos
de nuestra parte.
Cruza
la calle, la luna ha cerrado sus
pestañas
tras
la nube hospitalaria.
Los árboles
se mecen con cómplice deleite,
deja
caer los impedimentos, el cínico ropaje que te escuda,
desnúdate
de prejuicios, aquí está mi cama.
Hay
una atmósfera de sigilo,
un
roce que no toca, pasa, deja un sabor inconcluso.
El
calor invade los espacios sudorosos,
arden
los deseos de que te atrevas ahora.
Un
preludio de libélulas se detiene en la ventana,
minúsculas
y frágiles tiene su propio baile.
Vas
deshojando la noche con sensuales susurros
y tu
coraza de tela se disuelve en el aire.
Tus
ojos son llamaradas que encienden toda mi lumbre,
y bajo
la complicidad del momento
te
atreves, y yo,
y
yo me entrego con corazón anhelante.
Gracias AMJ, besitos de Marianela.
ResponderEliminar"desnúdate ..., aquí está mi cama", uy, comadre, quién se negaría a tan seductora proposición... está el sujeto, y está el predicado, que formarán una bella oración,... igualito al poema. MAGNÍFICO
ResponderEliminarGracias comadre por ese perfecto análisis de mi poema. Besitos de Marianela
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