lunes, 15 de septiembre de 2014

LA VENTANA



La ventana se cimbra en los brazos del viento.
Los postigos apenas la sostienen
entre  columnas mohosas atacadas de herrumbre.
El frío la penetra una y otra vez, es insaciable,
roba cada visita, un trozo del último cristal empobrecido.

La ventana se agita, quiere volar al infinito,
abre sus hojas incitada por  pajarillos
que se cuelan en  noches  de luna
en busca de su corazón tibio.
Mas no puede, se queda allí, envejecida de tiempo,
bañada de  sudores y  lloviznas.

No tiene a dónde ir, no conoce nada,
ni siquiera el árbol que le dio la vida.
Sólo antiguos recuerdos vagan ciegos
en sus desvencijados recuerdos.
Tal vez fue el centro de las atenciones y  miradas,
cubierta de cortinajes de sueños,
lustrosa y llamativa en su cuerpo de madera
cuando  era parte de una familia pudiente.

Ahora todos se han ido,
ha quedado sola en la intemperie,
saqueada por inescrupulosos  duendes
que se apoderan de sus partes.
Siente desamparo entre la espesura de  noches
y   envolvente niebla de  madrugadas.
La soledad la visita constantemente
y le deja  un rastro de resignación.

Hoy ha descubierto a una enredadera
que  se empina de su tallo alargando sus brazos
y alcanzar el hueco por donde  se escapa
la esperanza.
Eso le da una pequeña luz en su roído pecho,
le da ánimo moviendo suavemente el marco
que aún puede sostenerla en sus brazos.

Entonces, deja que la brisa la penetre  y susurre su canción
arrancando el pedazo de cristal que tanto atesora,
lo deja caer al vacío, así la  naciente enredadera
pueda llegar a ella.
La aguarda con ansiedad,
usa el ulular del viento
y entona una melodía entre  sus hilos transparentes,
cual  madre arrulla a su bebé.

La ventana tiene otro brillo,
esta  cubierta de verde esperanza
y junto a su marco despintado,
brotan flores que la embellecen de orgullo.



lunes, 1 de septiembre de 2014

VIERNES QUE TE QUIERO VIERNES…



El viernes dicen… ¿Qué pasa el viernes?, pregunté sorprendida. ¿Cómo que no sabe?, haga  memoria.
La verdad es que no recuerdo nada, ni siquiera  qué día es hoy. Creo que debería ir a mirar el calendario, sin embargo en esta casa es difícil hallar uno, tal vez los esconden, ¿pero para qué, qué tanta urgencia con el día viernes? ¿Será acaso el acabe de mundo, como han vaticinado por décadas? Pienso que con esas pastillas que me dan al acostarme algo malo sucede en mi cerebro. Hay días que hasta me cuesta  recordar mi nombre, pero no viene al caso, aquí  todos te tratan como si fueras una boba. ¡Ay, mijita, haga esto!, ¡ay tesoro, no haga eso!... mijita, ¿se le olvidó de nuevo?
A ver, tengo que hacer memoria, ¿qué debo hacer el viernes, o todos los viernes? Es posible que sea bañarme, me gusta bañarme una vez a la semana, ¿para qué más seguido si estoy limpia? Jaja, ya nadie me ensucia.
Bueno,  tal vez  haga algo el viernes que no sea ir al médico, visitar  algún pariente por unas horas, nomas que unas horitas, no me soportan por mucho tiempo, dicen que me la paso reclamando y que aquí donde estoy me tratan de maravillas, que hablo de pura regodeona. Que aprenda a vivir. Ya, ¿a mi edad?,  todo lo que aprendí está en esta caja y no cabe más, por lo contrario, como que se encuentra muy saturada, por eso se están borrando los casetes y quedando en la nada. Sí que tengo mis recuerdos, y muy bien guardados,  son sólo míos, ¿a quién le importan?  Para que veas que no estoy demente, sigo pensando en el viernes. Claro, es un día especial porque  se acaba la semana de trabajo y luego tienes el sábado para descansar. Viernes, hay viernes que  salen festivos y entonces tienes un largo  y tedioso fin de semana.
Recuerdo que un viernes hubo un gran alboroto en la casa porque venía un cantante muy famoso a visitarnos, ah, todas las chiquillas se acicalaron con lo mejor que tenían, yo también. No recuerdo en este momento su nombre, pero, ¡uy, qué lindo cantó!, si hasta lloré de emoción, cierto que ahora últimamente lloro por cualquier canción, creo que estoy muy sensible. Me encanta la música, en mis tiempos era una buena rocanrolera, no había muchacho que no quisiera sacarme a bailar, parecía un trompito,  jaja, ahora apenas puedo mover los pies, mas, ganas no me faltan.
“Viernes que te quiero viernes”,  a alguien escuché  decir esa frase. ¿Qué podría ser tan especial? Depende del mes, porque hay viernes que traen algunas sorpresas. Un cumpleaños por ejemplo, un paseo, cine, en fin, algo de eso puede ser.
Ana, dígame, ¿qué pasará este viernes?, me doy por vencida. ¿Tan rápido se dio por vencida, no quiere pensar un poquito más? No, definitivamente no quiero quebrarme la cabeza, usted dígame. Le daré una pista, se pondrá ese vestido que le gusta tanto, está limpio y planchado. ¿Por qué?, yo no sé porqué  es tan especial. Frío, otra pista,  en el mes de febrero hay un día  para soñar. Pues yo sueño todas las noches aunque no recuerdo nada cuando despierto. No, frío, anímese, otra pista,  habrá música romántica, ¿sabe que día es hoy? Cuando desperté pensé que era jueves. ¡Uy, tibio! ¿Ve que puede recordar? Ya, Ana, me está cansando, ¿cuénteme que pasará? ¿Una fiesta? ¡Uy, casi se quema! Vamos, hoy es jueves 13, ¿qué  fecha será mañana? Déjeme pensar… ¿catorce? Claro,  ya casi adivino,  ¡caliente!… ¡caliente! ¡Día del amor! ¿Ve?, y ¿quién vendrá a bailar con usted? Y eso ¡qué importa!, no lo sé. ¿Cómo que no lo sabe?, si esta mañana le envió una nota y siempre aparece con  un ramo de flores. No, no sé y no conozco a nadie que me envíe notas y me regale flores, está usted inventando, eso es para la juventud. Pero señora Carmelita, si tiene un admirador. ¡Ah ya!,  deje de fastidiarme y  reírse de mí. Bueno, no se enoje, acuérdese que somos amigas, la dejo por ahora para que recuerde un poquito más.

La verdad es que no puedo adivinar, quién es ese señor que me mandó la nota, la guardé bajo el colchón. A propósito, allí hay varias notas que nunca he leído.