martes, 16 de noviembre de 2021

LA HORDA


 

La horda avanza decidida rompiendo la monotonía del silencio. La calle se estremece,  el asfalto parece zigzaguear al paso de la turba que desenfrenada tiene un solo propósito en mente: ¡zaquear! Los edificios de los alrededores tiemblan, no se sabe en qué momento esa masa de  gentío se detendrá. Cada quien trae su  mochila o bolsón en dónde esconderá su trofeo delictual.

Todas las ventanas se cierran de improviso, presienten un desenlace prematuro, apagan sus focos los faroles y el silencio  se mezcla con un murmullo que recorre la turba. Los primeros son los que guían, profesionales en su trayectoria  delictual, lo siguen  algunos novatos que  son primerizos y quieren acción excitante.

Ante ellos, la calle se abre como boca de lobo, la oscuridad los sigue a zancadas, sabe que después del zaqueo cada cual volverá con su  bolso cargado al lugar  en donde todos se hacen los ciegos y se protegen.

Una vez cometido el delito y a punto de dispersarse, la bocina del auto patrulla hace su entrada ululando y maldiciendo, presiente que será otra noche larga, quebrando el sueño y llenando el ambiente de sobresaltos y pesadillas. El miedo y la precaución cierran con doble llave, pasadores, candados, barras de fierro, picaportes, puertas, ventanas, verjas y toda clase de protecciones. Se han acostumbrado al asalto de uno o dos, pero ahora es peor,  la horda se ha asegurado y unido ante las fechorías, como las hormigas marabunta a no dejar nada y a no ser confrontadas. Tienen su táctica y les ha dado resultado en un  mundo de violencia, corrupción y de mentiras. Se sienten, los reyes.

 

 

lunes, 1 de noviembre de 2021

BAJO EL ANTIFAZ DEL ZORRO


 

¿Quién no ha tenido alguna vez la secreta osadía de soñar con el famoso Zorro, el héroe de corazón romántico y de palabras sutiles que ha perturbado la paz de una hermosa doncella y algún joven audaz que haya tratado de imitarlo para conquistar el esquivo amor de su elegida?

Isabel Allende, chilena, recientemente Premio Nacional de Chile en Literatura 2010, galardonada al fin con justicia tardía, nos presenta su novela El Zorro. Su impecable narrativa nos conduce sutilmente al pasado, pasajes de la historia poco conocidos, lejanos, con detalles ignorados por las nuevas generaciones. Isabel describe con magistral deleite sucesos reales, con zalamería y audacia de su narrativa tan especial, interesante y amena, saturada de matices que la hacen muy entretenida, comparada con el escritor colombiano Gabriel García Márquez y nuestro querido José Donoso.

Podríamos decir que Diego de la Vega venía de una familia cuyo linaje podía trazarse hasta el Cid campeador por parte de su padre, el hidalgo don Alejandro de la Vega, y por parte de su madre Toypurnia, una mestiza de corazón indómito que Alejandro no pudo sacar de su sangre y, contra todos los prejuicios de la época, se casó con ella. Para ese entonces Toypurnia fue bautizada con el nombre de Regina María de la Inmaculada Concepción.

Diego nació en el mes de mayo del año 1795 después de que su madre pasara 50 horas pariendo, suplicio que soportó estoicamente con un trozo de madera entre los dientes, pero del que quedó al borde de la muerte, salvada sólo por su madre, una india curandera llamada Lechuza Blanca.

La niñez de nuestro héroe transcurre entre juegos y aventuras junto a su amigo de leche, Bernardo, hijo de una india llamada Ana. La hacienda de Alejandro de la Vega, un basto dominio asignado como regalo de bodas por don Pedro Fages, gobernador de La Alta California, da a Diego el lugar ideal para sus correrías.

Nuestro pequeño héroe recibió de la abuela materna, Lechuza Blanca, el Okahué, que son las cinco virtudes esenciales: honor, justicia, respeto, dignidad y valor. El niño se sometió con ahínco junto a Bernardo a muchas pruebas, inventando sus propias ceremonias inspiradas en los cuentos de su abuela. El niño se honraba de ser descendiente del Cid Campeador, hidalgo de pura cepa, pero nunca negó su parte indígena pues sentía un enorme orgullo por el pasado guerrero de su madre.

Mientras tanto su padre le regalaba un florete, un peto acolchado y una máscara para enseñarle esgrima. Diego, desde ese momento tomó el hábito de entrenar con su padre un par de horas al día, y en secreto, pasar este conocimiento a su amigo Bernardo.

El tiempo transcurre y encontramos a Diego terminando sus estudios en Barcelona, por el año 1810, época tormentosa para España por la rebelión de sus colonias en América y la invasión de Francia. El 19 de marzo de 1812 se dictaba en la ciudad de Cádiz una Constitución liberal basada en los principios de la revolución francesa con Napoleón Bonaparte a la cabeza, quien es derrotado dos años después en Rusia. Aquí Diego afina su aptitud para la esgrima, practicando y a la vez, inventando trucos de magia para seducir a la bella Juliana unos años mayor que él. Se confecciona el traje que usará para su papel de Zorro y luchará enconadamente con su adversario Rafael Moncada quien pretendía a su amada Juliana. Desde este momento, Diego se convertirá en el Zorro en diversas ocasiones, para combatir la injusticia, incluyendo el asalto a la Ciudadela, una fortaleza de piedra, madera y cemento, diseñada en 1715 por un ingeniero holandés.

Entre los años de 1814 y 1815, Diego huye de España después de una larga odisea junto a Juliana, Isabel, hermana de ésta y Nuria, nana de ambas jóvenes. Pasan muchas penas y enfermedades hasta que por fin, con la ayuda de unos amigos gitanos, logran embarcarse con destino a América. El látigo, la espada y todo el atuendo del Zorro quedan guardados para las próximas aventuras en el nuevo mundo.

No llegaré al ocaso de esta novela tan apasionante y llena de acción, con motivo de producir el interés del lector a sumirse en sus intrigantes páginas y que por sí mismo encuentre el desenlace de esta aventura, narrada con mucho tino por Isabel Allende, acerca de Diego de la Vega, más conocido como el Zorro.