Mírame,
estoy a punto de decir: te amo.
En la boca se desliza la silueta de un beso
y en mis manos la suavidad del tacto
prende la piel en una hoguera.
Mírame con esa mirada,
deshiela inviernos,
desnuda los árboles, haz llorar el cielo.
Tus ojos,
encendiendo flamas
en la oquedad de la noche,
tienen mi corazón prendido a tus palabras.
Paso a paso hemos recibido el mensaje,
en el alba y al cenit voy hilvanando las sílabas
adecuadas y formar la palabra “te amo”.
Y pienso,
cómo decir,
te correspondo,
en cada abrazo, en cada beso,
en la mirada emotiva, siempre hay ternura
al pronunciar tu nombre.
No temas, bien mío,
estoy aquí
esperando el abrazo, el susurro que volverá
el rubor a mis mejillas.
Decir: te amo, en lo rutinario del día
en la tibieza de
la noche,
en el abrazo, el roce,
en el susurro y el beso enternecido,
es parte primordial en nuestro camino
y en todo nuestro cuerpo hay un te amo, hilvanado a la
piel,
escapando de los
labios en un instante sempiterno.
Cada día con su noche todo mi ser te dice, te amo.
Es un lento caminar
que nos ata
a las rudas piedras del sendero,
mas, estando juntos,
se hace más fácil la jornada
aferrados el uno al otro, al mismo destino.
Bien mío,
una mirada de tus ojos enamorados
sosiega inquietudes del mañana.
Eres como un bálsamo
de infinita ternura,
acallas con calma
los absurdos de la vida.
Mírame amor,
estoy a punto de decir: te amo,
decir, eres más allá de lo posible,
la razón de mi existencia en este mundo.