El
antiguo flautista que liberó a su pueblo
de la invasión de los ratones quedó en el pasado, ahora existe un invento de
la nueva tecnología virtual, un video
juego, fenómeno que ha causado furor alrededor del mundo y que se llama, Pokemon- go, el cual se usa de la misma
forma en que se encantaba a los roedores, salvo que ahora está hecho para atrapar niños y jóvenes incautos,
fascinado por este narcótico irresistible y así llevarlos al abismo, hacerles
un lavado cerebral, invadir su mundo real por uno ficticio y poblar la tierra
de pequeños zombis.
Una horda de niños hambrientos de Pokemon
go, atraviesa la ciudad ensimismadas en su nuevo juego que los aparta de
toda realidad y los lleva a un peligro inminente, “realidad aumentada para
teléfonos inteligentes”. Un juego que practicas mientras caminas por un mundo
real en busca de monstruos virtuales. Riesgo al que los menores se enfrentan
sólo por atravesar una calle, pueden recibir un golpe, un accidente o
simplemente la muerte, lo cual ya ha sucedido. Lo mismo pasa en las plazas
públicas en donde los delincuentes los esperan para arrebatarles sus
pertenencias en el menor de los casos o
hasta atacarlos y dejarlos
malheridos.
Monstruos populares en la década del 1990 que comenzó con
Nintendo Game Boy se han vuelto famosos en nuestros días. Figuras
robóticas virtuales se aparecen en cualquier sitio y allá van los jóvenes y niños sin protección, sólo
llevados por el ansia de juntar más de esos inusuales personajes llamados Pokemon go. La fiebre es tan grande que
ha invadido por completo el planeta, la globalización permite una rápida
propagación de cualquier índole, como
una plaga extiende sus tentáculos encegueciendo a nuestros niños de su infancia
normal. No tiene principios educativos y
sus fines escondidos siniestramente, no advierten a los padres que no deben
bajar la guardia cuando se trata de la protección de sus hijos(as).
No todo lo que brilla es oro
dice un refrán, por lo tanto es imprescindible que haya más padres involucrados
en lo que pareciera un juego inofensivo
y que apasiona de tal manera a sus niños y adolescentes antes de que sea
demasiado tarde.