jueves, 15 de septiembre de 2016

EL NUEVO E INOFENSIVO JUEGO



El antiguo  flautista que liberó a su pueblo de la invasión de los ratones quedó en el pasado, ahora existe un invento de la  nueva tecnología virtual, un video juego, fenómeno que ha causado furor alrededor del mundo y que se llama, Pokemon- go, el cual se usa de la misma forma en que se encantaba a los roedores, salvo que ahora está  hecho para atrapar niños y jóvenes incautos, fascinado por este narcótico irresistible y así llevarlos al abismo, hacerles un lavado cerebral, invadir su mundo real por uno ficticio y poblar la tierra de pequeños zombis.
Una horda de niños hambrientos de Pokemon go, atraviesa la ciudad ensimismadas en su nuevo juego que los aparta de toda realidad y los lleva a un peligro inminente, “realidad aumentada para teléfonos inteligentes”. Un juego que practicas mientras caminas por un mundo real en busca de monstruos virtuales. Riesgo al que los menores se enfrentan sólo por atravesar una calle, pueden recibir un golpe, un accidente o simplemente la muerte, lo cual ya ha sucedido. Lo mismo pasa en las plazas públicas en donde los delincuentes los esperan para arrebatarles sus pertenencias en el menor de los casos o  hasta atacarlos y dejarlos  malheridos.
Monstruos populares en la década del 1990 que comenzó con  Nintendo Game Boy se han vuelto famosos en nuestros días. Figuras robóticas virtuales se aparecen en cualquier sitio y allá van  los jóvenes y niños sin protección, sólo llevados por el ansia de juntar más de esos inusuales personajes llamados Pokemon go. La fiebre es tan grande que ha invadido por completo el planeta, la globalización permite una rápida propagación  de cualquier índole, como una plaga extiende sus tentáculos encegueciendo a nuestros niños de su infancia normal. No tiene  principios educativos y sus fines escondidos siniestramente, no advierten a los padres que no deben bajar la guardia cuando se trata de la protección de sus hijos(as).
 No todo lo que brilla es oro dice un refrán, por lo tanto es imprescindible que haya más padres involucrados en lo que  pareciera un juego inofensivo y que apasiona de tal manera a sus niños y adolescentes antes de que sea demasiado tarde.



jueves, 1 de septiembre de 2016

AÑORANZAS DE UN TREN



Un tren fantasma recorre el polvoriento recuerdo,
el Longitudinal Norte ha detenido su cansado viaje,
en alguna estación olvidada dejó su corazón ferruginoso.
Un silencio mineral recorre la pampa,
añorando el pitazo perdido entre cerros desnudos de todo.
¿Dónde quedaron las locomotoras polvorientas
bestias antediluvianas,  catedrales de la distancia,
heroicas locomotoras, caballos de metal
que atravesaban la soledad  de la pampa,
y vagones de  quejumbrosas maderas
rechinando el maltrato del desierto?

No pitearán, sus roncas  voces trayendo vida,
sus campanas de iglesias rodantes
anunciando un  convoy de esperanza.
Desmantelas chatarras de intrépidas peripecias
contadoras de los  postes del telégrafo,
bufando como mulas ávidas de una gota de agua.

Se murió la vía férrea, los rieles fueron desarticulados
como piezas de un crucigrama, vendidas al mejor postor.
Las estaciones pampinas abandonadas a su suerte
sufren las inclemencias  del desierto, o de viejos
obreros que las convierten en bagatelas.

Han despertado los durmientes abrazados
al pecho del desierto, agitan sus descomunales lomos
con un llanto silente de arena y óxido,
en medio de soledades inmensas.
Dejan  sus marcas vacías para que corra por ellas
como alma en pena, el tren fantasma,  el Longino,
quien traquetea las salitreras desahuciadas por el hombre
taladrando los cerros, cual  oruga férrea
pasa con su  silbato irreal  y deambula  las desvanecidas estaciones,
enarbolando su negro penacho de humo
tiñe un  rastro de melancolía y desconsuelo.

Luego se pierde en las fauces de un remolino,
aire inflamado de polvillo estepario,
danza en  aguas de un espejismo azul
como pensamiento enmarcado,
y se adentra en el reflejo  de un paisaje yermo.

Mas,
aquellos que no olvidan, los espectros del ayer
permanecen hollando el desierto,
desamparados en las estaciones ardientes
vagan con un llanto silencioso, reseco de tiempo,
esperan  que el silbato de un tren
rompa la quietud de la pampa,
les perfore el sueño eterno y les vuelva a la realidad.