miércoles, 16 de mayo de 2012

EL RINCÓN DEL ÚLTIMO BESO




Sólo a través de tu recuerdo pasan las horas mustias.
 Vienen  murmullos desde lo profundo  del silencio,
invaden el cuarto
y buscan desencantar la espera.

 Envuelta en la sábana del tiempo,
ilusionada en vano, detengo los relojes
en un momento que  no existe.

Acurrucada bajo el alero del ensueño
 te contemplo en una lejanía cercana,
 como si los cristales reflejaran tu silueta tan deseada.
Las paredes me devuelven el eco de tu voz
y tintinean nostálgicas en mi oído.

Blanca libélula se ha posado en una lágrima,
 bebe su tristeza, mi soledad inaudita,
ha hecho su nido en mis pupilas esperanzadas.

Mis mejillas salobres se marchitan día con día,
  pronto seré  una estatua de silencio
petrificada en el  lugar más melancólico,
aquel del adiós, el rincón del último beso.

martes, 1 de mayo de 2012

POR CULPA DE LA MANZANA


Eva  y Adán  estaban conversando en el jardín del Edén, de algunas cosas que les inquietaban en esos días, como el alza del pan, la bencina y otros cuentos, cuando se les apareció la Serpiente Pitoniso que, con  voz convincente les dijo: -Ya, dejen de quejarse tanto, se complican la vida sin necesidad, todo podría ser más fácil para ustedes.
-¿Pero, cómo? ¿Qué debemos hacer para alivianar nuestros problemas? Preguntó Adán sorprendido.
-Muy fácil, chiquillos, sólo ir al árbol prohibido y comerse unas manzanas. Las puertas del Paraíso se abrirán y serán libres de bajar a la Tierra y vivir como reyes,  sin problemas, ¿qué les parece?
-Ah, ¡pero esas manzanas son super caras! No tenemos para el pan y menos para manzanas, ¿Dónde la viste?, exclamó Eva mirando molesta su cartera.
-Ya, no sean tontos, yo se las pago, para que vean que no soy tan mala persona como andan chismoseando las hienas.
-¿Estás seguro que las pagarás, y no nos echarás a la policía?
-Ya, giles, yo se las pago, aquí tengo el dinero, y les mostró su billetera con unos billetes verdes.
-¡Uy, que tienes dinero, y en dólares!, ¿de dónde los sacaste?
-Unas ventas que hice por allá en el Sur, ¡ya!, y no pregunten más. ¿Se van a comer las manzanas?
-Bueno, para la vida que llevamos aquí, no hay que pensarlo dos veces, dijo Adán con tristeza.
-Así me gusta que apechuguen, no se van a arrepentir, contestó la Serpiente con voz maliciosa.
-A ver Eva, come tú primero, mandó Adán con voz de macho. La mujer tomó una manzana y le  dio un mordiscazo.
-¿Cómo está?, preguntó con apremio Adán. Pero Eva no alcanzó a abrir la boca,  por el apuro en contestar, tragó el pedazo  y se le atoró en la garganta.  Por más esfuerzo que Adán hizo para socorrerla, Eva cayó desvanecida en el pavimento y se golpeó la cabeza.
-¡Eva, mi amor, despierta, no me dejes  solo en este mísero Paraíso! Sollozaba el hombre.
-¡Ya, déjate de estupideces!, exclamó de mal humor la Serpiente, no seas tan alharaco.
-Pero, ¿qué voy a hacer aquí solo?, ¿quién lavará mis hojas de parra y cocinará para mí?  ¡Oh, Dios mío! ¿Sin Eva, cómo vamos a poblar la Tierra?
-Oye, me cargan los giles que no pueden hacer nada sin la mamá, ¡despierta, llama a Dios y todo se solucionará!
-Pero, ¿cómo?
-¿De dónde saliste gancho? ¡Usa el teléfono!
-¡No tengo crédito!, gimió Adán.
-Toma,  aquí tengo una ficha,  ¡usa ese teléfono  público!  Adán tomó la ficha, mas, y al punto de marcar, recordó que no se sabía el número de Dios.
-Ah, no tengo el número telefónico, ¿qué hago?
-Con razón te hicieron de barro, ¡cabeza de chorlito!, ¡muchacho, mira las  amarillas! No sé cómo tengo tanta paciencia contigo. Luego de conseguir el número Adán marcó y pidió hablar con Dios.
-¿Hablaste con Dios? Preguntó enfadado la Serpiente Pitoniso.
-No, me dijeron que está sirviendo de árbitro en la Guerra de las Galaxias y tiene para harto rato. ¿Qué haré para recuperar a mi Eva?
-Mira, se me ocurre una idea que la vi en un cuento, ¿por qué no le das un beso, como lo hizo el príncipe con  Blanca Nieves, ah?
-Oye, Serpiente, de Pitoniso no tienes nada, todo lo que nos  has aconsejado ha fracasado, ¿no será otra de tus tretas?
-Bueno, gil, dame un poco de crédito, un margen de errores, si hasta Da Vinci  tuvo sus errorcitos ¿no? Adán fue hacia la desvanecida Eva y le dio un tremendo beso. En ese instante la mujer despertó sorprendida de ver a ese sapo tan verde y feo sobre su pecho.
-¡Que asco! ¡Saquen este bicho asqueroso  de aquí!, gritó.
-Claro que sí, querida, y con mucho gusto, susurró la Serpiente mientras engullía al sapito. ¡Ja ja!, te quedaste sin hombre, Eva. ¿Qué tal si nos vamos juntos a gastar algunos billetitos? (esta Serpiente hacía tiempo que le tenía ganas a la Eva) La mujer se quedó mirando la billetera y sin pensarlo más, le dijo que sí.
Y aquí se terminó esta historia, fueron muy felices y poblaron la Tierra de alimañas.