Alicia se
restriega los ojos, nos mira con sorpresa y sonríe, jajaja, sigo soñando dice,
pero luego se endereza y toma conciencia de que
es probable que no esté soñando. Ustedes parecen disfrazados de naipes,
nos señala, se ven bien, pero ¿qué fiesta es hoy? Nos miramos intrigados, esa
mujer, nos ha confundido, creo que la droga que le inyectaron la hace
desvariar. Señora Alicia, ¿cómo se
siente? ¿Puede levantarse? ¿A mí, me pregunta? y lanza una enorme carcajada que
nos hace estremecer. Uy, perdón, casi los hago volar, agrega, y se cubre la
boca con sus manos para no estallar en otra carcajada.
Se
está poniendo majadera señora, cálmese o el médico no le dará el alta por largo
tiempo. ¿Pero qué pasa conmigo?, pregunta intrigada, ¿por qué estoy en este
lugar?, yo iba siguiendo a un conejito blanco. Señora esto no es un chiste,
usted lo sabe, deje de confundirnos con sus delirios. ¡Ajá, yo estoy
delirando!, afirma con sarcasmo, ¿no serán ustedes que quieren confundirme con
esos divertidos disfraces?
Alicia
trata de levantarse y lo logra, pero siente que su cabeza le da vueltas y
vuelve a sentarse en la cama. Todo esto es muy raro, dice mirando con ojos
incrédulos, ustedes no son reales, ¿me están tomando el pelo? Primero,
¿díganme, de dónde salieron? ¿Qué pasó con mi conejo?, y eso, no es una invención
mía, él existe, lo llevé al parque y lo
dejé libre por un rato, es muy mansito pues me conoce.
Segundo,
este cuarto no es el de un hospital, está lleno de dibujos y si a ustedes les
soplo, volarán por el aire y eso es muy divertido. Alicia frunce sus labios para soplar, pero
antes le da un mareo y se deja caer en la cama. Luego se pone a reír, menciona
que es tan gracioso. Nos miramos y decidimos juntarnos. Alicia, está cada día
más loca, mejor la dejamos con el médico que ya viene.
Enfermera,
por favor, recoja esa baraja que Alicia trajo a su dormitorio. Ella sigue riendo, todo es
tan divertido, dice.