miércoles, 16 de agosto de 2023

POR CULPA DE LA MANZANA

 

Eva  y Adán  estaban conversando en el jardín del Edén, de algunas cosas que les inquietaban en esos días, como el alza del pan, la bencina y otros cuentos, cuando se les apareció la Serpiente Pitoniso que, con  voz convincente les dijo: -Ya, dejen de quejarse tanto, se complican la vida sin necesidad, todo podría ser más fácil para ustedes.

-¿Pero, cómo? ¿Qué debemos hacer para alivianar nuestros problemas?, preguntó Adán sorprendido.

-Muy fácil, chiquillos, sólo ir al árbol prohibido y comerse unas manzanas. Las puertas del Paraíso se abrirán y serán libres de bajar a la Tierra y vivir como reyes,  sin problemas, ¿qué les parece?

-Ah, ¡pero esas manzanas son súper caras! No tenemos para el pan y menos para manzanas, ¿Dónde la viste?, exclamó Eva mirando molesta su cartera.

-Ya, no sean tontos, yo se las pago, para que vean que no soy tan mala persona como andan chismoseando las hienas.

-¿Estás seguro que las pagarás, y no nos echarás a la policía?

-Ya, giles, yo se las pago, aquí tengo el dinero, y les mostró su billetera con unos billetes verdes.

-¡Uy, que tienes dinero, y en dólares!, ¿de dónde los sacaste?

-Unas ventas que hice por allá en el Sur, ¡ya!, y no pregunten más. ¿Se van a comer las manzanas?

-Bueno, para la vida que llevamos aquí, no hay que pensarlo dos veces, dijo Adán con tristeza.

-Así me gusta que apechuguen, no se van a arrepentir, contestó la Serpiente con voz maliciosa.

-A ver Eva, come tú primero, mandó Adán con voz de macho. La mujer tomó una manzana y le  dio un mordiscazo.

-¿Cómo está?, preguntó con apremio Adán. Pero Eva no alcanzó a abrir la boca,  por el apuro en contestar, tragó el pedazo  y se le atoró en la garganta.  Por más esfuerzo que Adán hizo para socorrerla, Eva cayó desvanecida en el pavimento y se golpeó la cabeza.

-¡Eva, mi amor, despierta, no me dejes  solo en este mísero Paraíso! Sollozaba el hombre.

-¡Ya, déjate de estupideces!, exclamó de mal humor la Serpiente, no seas tan alharaco.

-Pero, ¿qué voy a hacer aquí solo?, ¿quién lavará mis hojas de parra y cocinará para mí?  ¡Oh, Dios mío! ¿Sin Eva, cómo vamos a poblar la Tierra?

-Oye, me cargan los giles que no pueden hacer nada sin la mamá, ¡despierta, llama a Dios y todo se solucionará!

-Pero, ¿cómo?

-¿De dónde saliste gancho? ¡Usa el teléfono!

-¡No tengo crédito!, gimió Adán.

-Toma,  aquí tengo una ficha,  ¡usa ese teléfono  público!  Adán tomó la ficha mas, y al punto de marcar, recordó que no se sabía el número de Dios.

-Ah, no tengo el número telefónico, ¿qué hago?

-Con razón te hicieron de barro, ¡cabeza de chorlito!, ¡muchacho, mira las  amarillas! No sé cómo tengo tanta paciencia contigo. Luego de conseguir el número Adán marcó y pidió hablar con Dios.

-¿Hablaste con Dios?, preguntó enfadado la Serpiente Pitoniso.

-No, me dijeron que está sirviendo de árbitro en la Guerra de las Galaxias y tiene para harto rato. ¿Qué haré para recuperar a mi Eva?

-Mira, se me ocurre una idea que la vi en un cuento, ¿por qué no le das un beso, como lo hizo el príncipe con  Blanca Nieves, ah?

-Oye, Serpiente, de Pitoniso no tienes nada, todo lo que nos  has aconsejado ha fracasado, ¿no será otra de tus tretas?

-Bueno, gil, dame un poco de crédito, un margen de errores, si hasta Da Vinci  tuvo sus errorcitos ¿no? Adán fue hacia la desvanecida Eva y le dio un tremendo beso. En ese instante la mujer despertó sorprendida de ver a ese sapo tan verde y feo sobre su pecho.

-¡Qué asco! ¡Saquen este bicho asqueroso  de aquí!, gritó.

-Claro que sí, querida, y con mucho gusto, susurró la Serpiente mientras engullía al sapito. ¡Ja ja!, te quedaste sin hombre, Eva. ¿Qué tal si nos vamos juntos a gastar algunos billetitos? (esta Serpiente hacía tiempo que le tenía ganas a la Eva) La mujer se quedó mirando la billetera y sin pensarlo más, le dijo que sí.

Y aquí se terminó esta historia, fueron muy felices y poblaron la Tierra de alimañas.

 

 

 

 


martes, 1 de agosto de 2023

¿Y LOS NIÑOS...?


 Y los niños no aparecen,

las fauces  inhumanas los han ocultado

en lugares desconocidos.

Los niños claman, sus pequeñas voces

titilan en el viento con nefastos anuncios,

peligros que a muchos no importan, son niños migrantes,

pordioseros,  abandonados,

niños vagabundos, expulsados de la civilización,

caídos en manos siniestras,

manos malvadas, clanes criminales.

 

Nadie vela por ellos, nadie los busca,

no se hacen problemas, son sólo niños sin nombre,

niños sin familia, sin protección,

arrasados por el vendaval del inconsciente,

lapidados por las clases sociales,

los delincuentes del ayer, los poderosos del presente,

facinerosos que lucran con sus pobres cuerpos,

cuerpos de niños que flotan en el océano, en las alcantarillas

de una sociedad despiadada.

 ¿En que nos hemos convertido?

Solo el egoísmo  recorre las calles y los niega.

Niños introducidos en  jaulas esperando un veredicto,

que nunca llega.

Niños que lloran por sus padres, abandonados a su suerte,

no verán la luz del día.

 

Niños que llegaron a Europa

y allí misteriosamente desaparecieron,

niños de los naufragios, del Mediterráneo,

niños ahogados en el rio Bravo, a las puertas

 del inmisericorde Imperio.

¿Qué será de los miles de niños desaparecidos,

los explotados sexualmente,

los esclavizados en las fábricas de muerte,

los niños de las minas de cóltan en África,

los sacrificados brutalmente para conseguir sus órganos,

drenar su sangre?

En todos los continentes  los niños están desprotegidos,

los mandamases hacen la vista gorda

y no darán respuesta  en dónde se hallan.

 

¿Dónde están?

¿Los niños de las guerras  injustificadas,

los reclutados por las milicias

y por los narcotraficantes,

los niños de las ciudades destruidas por el odio,

por la avaricia de su riqueza?

¿Dónde están los niños del futuro sin futuro?

¿Por qué ese llanto silente que no cesa,

esa plegaria que  se enreda en los hilos del olvido,

esa razón que no se oye?

¿Dónde está la humanidad?, ¿dónde que no los escucha?