La muerte camina
por el borde del acantilado, hace equilibrio como un perfecto saltimbanqui. Se
ufana y dice que haga lo que haga ya no
puede morir porque es dueña de la palabra, muerte es su nombre y por último ya
está requete muerta.
Qué
más puede pedir, tantas veces que se ha
cortado las venas, lanzado del
piso 33, respirado gas, colgado de una viga, bebido veneno del más
fuerte, se ha lanzado a la vía férrea y
al frente de un autobús, y nada ha sucedido en su afán de encontrar otra
alternativa para que alguien la supla en su fatal designio. Pero no ha derramado la menor gota de sangre, su apergaminada piel
yace pegada al hueso inmutable.
La
muerte quisiera jubilarse, gozar de una plena vejez, sin sobresaltos, recostarse en su tumba a meditar
de todas las muertes que ha provocado e incentivado, de recoger individuos de
dudosas trayectorias y otras que casi
han humedecido sus cuencas vacías.
La
huesuda está muy aburrida de que todos le teman y no le dirijan una palabra
amable, por el contrario, la corren a escobazos, le queman ajíes, incienso y otras yerbas, invocan a
todos los santos, diablos, ángeles, duendes o extraterrestres con el fin de que
desaparezca para siempre de sus vidas. Sin embargo, ella tiene una agenda que
le indica lo que debe hacer y eso lo cumple a la medida, sin excusas, de que “hoy
me quede dormida y lo dejaré para mañana”, no, ella es puntual y muy
perseverante. Pero por otro lado, siente que ya es tiempo de dedicarse a otra
cosa más afable; ser por ejemplo un ángel, ser querida, convocada y agradecida por sus milagros, eso lo encuentra muy interesante
pues su foto estaría siempre en los dormitorios de sus protegidos.
La
soledad la invade de pies a cabeza, no deja de tocar un solo hueso, la roe por
dentro y por fuera. Hay pocos momentos que pudiera recordar de alegrías, muy
pocos, cuando ha tenido que llevar de las greñas a dictadores y maleantes, toda
clase de asesinos y violadores, esos instantes han sido muy satisfactorios
porque todo el mundo le agradece y la
mira con beneplácito.
Con
todo este argumento, la muerte ha dejado un aviso pegado a un árbol que dice:
“se necesita suplente de desechos humanos,
muy buen sueldo y beneficios por adelantados”.