Nos fuimos
quedando en silencio,
se nos
perdió la voz tras un efímero sueño.
Fuimos, tal
vez hace tiempo, quién sabe,
se rompió
el eslabón que nos unía, el beso quedó titilando en el aire,
toda una
gama de palabras, atrapadas en el laberinto
de la
ausencia se apagaron lentamente sin un reclamo.
Una cortina
de escrúpulos envolvió nuestros cuerpos desnudos
me sentí
impúdica cubierta de harapos ante tus ojos
y me
refugié bajo el sarcasmo de tu mirada
pero, la
indiferencia fue más fuerte que la palabra lejanía.
Vivíamos en
dos lugares equivocados,
dos mundos,
dos ciudades, en nada se parecían.
Caminando a
tientas, buscamos la silueta del olvido.
Golpeamos
muchas veces las puertas comunicativas
sin
embargo, nadie contestó, ni al primer ni último intento.
Y nos
fuimos quedando sin voz, sin argumentos.
Una
distancia insondable no nos permitió el roce
ni menos la
mirada.
Y nos
equilibrábamos enhiestos en la raya imaginada del horizonte
bajo un
crepúsculo huraño derramando sangre
en una
aurora desconocida.
Fuimos tan
así y de otra manera, momentos
burbujeante
de abrazos y palabras alegres
llenaron
tal vez el espacio de nuestras vidas,
pero se
apagaron lentamente en un cruce del sendero
y nuestros
caminos quedaron formando
la silaba
escrita en la piel del viento sin traducciones.
Levanto los
brazos al infinito y pregunto
con voz
seca por tanto llanto reprimido,
mas,
sin
mencionar nada, callo impedida por el mundo silente
que circula
nuestro espacio.
Ya no somos
los mismo es cierto,
lo físico
se desmoronó bajo la suave mano del
destino,
lo mental
quedó circulando en las venas
ocultándose
indeciso, si fuimos así, o es un sueño,
mejor
pensamos, fuimos eso, un puro amor de
gaviotas
anidando en
una playa que ya no existe.
Nos fuimos
quedando en silencio, sellamos las bocas
para no
lanzar el grito, o el llanto,
y nos
acostumbramos a conversar con las estrellas
en un cielo
propio, una noche ajena.
Ahora, un
silente espacio nos rodea,
esperando
el tren de la última vía.
¿Quién me
acompañará en este viaje?,
preguntas a
las golondrinas que no se detienen,
y mirando
las imágenes retratadas en el cristal,
repito para
mí que ya es muy tarde…
Demasiado
tarde…