Mírame, mírame bien,
ya no soy nada,
se ha esfumado mi tiempo por el hueco del olvido.
Quedan algunas palabras incandescentes
incrustadas en el poema final.
Mírame, tal vez sea la última vez
que se unan nuestros mundos desiguales
y luego sea sólo un fantasma
que pasó por tu lado tratando de atraer tu mirada,
tratando de traspasar la maraña de los sueños.
Ahora voy al lugar en donde anidan los sobresaltos,
en donde la luz asperjada refleja lágrimas,
la fina raya que trizó mi espejo.
Mírame, que no sea tarde,
quizás ya sea la huella romántica de una ilusión
vaporizada en el rastro de un recuerdo.
Quizás fuiste un sueño que cruzó
la vereda vehemente de mis deseos.
No hay nada qué decir en esta tarde gris y desalmada,
regreso al país bajo las olas del desamparo
triste y taciturna,
a escribir los últimos versos
de un poema que pudo ser
y quedó oscilando en la orilla de tus ojos,
sin abrir sus pétalos, sin siquiera decir su nombre.
Mírame, tan sólo, mírame
desde el fondo ilusorio
de un pensamiento,
así pueda alzar mis alas y convertirme en sombra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario