sábado, 1 de agosto de 2020

SILLAS

Por Marianela Puebla

Sillas temerarias soportando el peso de una historia.

Calladas a veces, crujientes otras

cuando la carga es insoportable.

Sillas de adorno, circunspectas, orgullosas,

rodeadas de cuidados y atenciones.

 

Sillas magníficas, de tronos y palacios,

lujosas con nutrido currículo.

Butacas de parlamentos, congresos, exhibiciones.

Antiguas, de maderas exquisitas,

duermen en una vidriera.

 

Sitiales humildes de rancho,  marginadas,

lejos de la soñada modernidad.

Bancas  rústicas de cabañas,

sillas metálicas, de buses, aviones, trenes

y barcos, siempre viajando atormentadas de voces

de viento y humedad.

 

Mecedoras adormecidas en un rincón,

pasan  el tiempo lánguidas hasta que el polvo las ignora,

escondidas  en el desván del desamparo,

son banquete para polillas

o yacen abatidas  en el sótano con un dejo  resignado,

soñando la esperada restauración.

 

Poltronas por doquiera, accesorios del descanso,

queridas y abandonadas a su suerte,

acompañantes de los mortales desde el comienzo

al final,

facilitadoras de la familia, en momentos gratos

y fechas memorables.

Fieles compañeras en la tertulia

y tristes acompañantes en la muerte.

 

Sillas,  calladas o crujientes,

soportando el peso de una historia.

 

 

2 comentarios:

  1. Rosa Hildaura Flores Varas Me encanto la cuarta estrofa. Leía e imaginaba la silla. Un abrazo.

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  2. gracias amiga Rosa Hildaura, cariños.

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