Y los niños no aparecen,
las fauces inhumanas los han
ocultado
en lugares desconocidos.
Los niños claman, sus pequeñas voces
titilan en el viento con nefastos anuncios,
peligros que a muchos no importan, son niños migrantes,
pordioseros, abandonados,
niños vagabundos, expulsados de la civilización,
caídos en manos siniestras,
manos malvadas, clanes criminales.
Nadie vela por ellos, nadie los busca,
no se hacen problemas, son sólo niños sin nombre,
niños sin familia, sin protección,
arrasados por el vendaval del inconsciente,
lapidados por las clases sociales,
los delincuentes del ayer, los poderosos del presente,
facinerosos que lucran con sus pobres cuerpos,
cuerpos de niños que flotan en el océano, en las alcantarillas
de una sociedad despiadada.
¿En que nos hemos convertido?
Solo el egoísmo recorre las
calles y los niega.
Niños introducidos en jaulas
esperando un veredicto,
que nunca llega.
Niños que lloran por sus padres, abandonados a su suerte,
no verán la luz del día.
Niños que llegaron a Europa
y allí misteriosamente desaparecieron,
niños de los naufragios, del Mediterráneo,
niños ahogados en el rio Bravo, a las puertas
del inmisericorde Imperio.
¿Qué será de los miles de niños desaparecidos,
los explotados sexualmente,
los esclavizados en las fábricas de muerte,
los niños de las minas de cóltan en África,
los sacrificados brutalmente para conseguir sus órganos,
drenar su sangre?
En todos los continentes los
niños están desprotegidos,
los mandamases hacen la vista gorda
y no darán respuesta en dónde se
hallan.
¿Dónde están?
¿Los niños de las guerras
injustificadas,
los reclutados por las milicias
y por los narcotraficantes,
los niños de las ciudades destruidas por el odio,
por la avaricia de su riqueza?
¿Dónde están los niños del futuro sin futuro?
¿Por qué ese llanto silente que no cesa,
esa plegaria que se enreda en los
hilos del olvido,
esa razón que no se oye?
¿Dónde está la humanidad?, ¿dónde que no los escucha?
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