martes, 15 de julio de 2025

ATÓNITA INTERRUPCIÓN


 

El tiempo se detuvo esta mañana justo a las ocho, cuando una abeja se alistaba para asaltar una rosa. Los grillos quedaron con sus violines a medio guardar y una gota de rocío quedó suspendida ante mis ojos,  reflejando una pregunta inimaginable. Qué maravilla pensé, paralizada por la sorpresa, viendo  mi rostro reflejado en esa gota cristalina.

 El viento batió sus alas en una pausa sin emitir un sonido y el reloj universal se detuvo sin  explicación. No hubo caos, el silencio fue el dios  del momento y por primera vez abrió la boca de alegría y se  recostó sobre sus laureles.

Las hormigas quedaron atónitas con su carga mañanera, sus  antenas elevadas, prontas a seguir una ruta desvanecida por la interrupción. Todo parecía normal aparentemente, pero había que comenzar la rutina o el mundo se convulsionaría después, cuando faltara el tiempo y el hombre anunciara una catástrofe por la pérdida en  sus ganancias.

Por eso y  haciendo un fallido carraspeo, el ruido se impuso y sacudió al tiempo con fuerza, dándole la cuerda necesaria. El reloj volvió a latir su acompasada marcha justo un minuto pasadas las ocho de la mañana.

Lo interesante fue que, nadie, salvo yo, se dio cuenta de esta insólita interrupción.

martes, 1 de julio de 2025

MADRE


 

Madre, te vas volviendo invisible cada día.

Apenas rozas los muebles y pasas como un halo

escapando de la noche.

Nadie escucha tu reclamo,  el  cantar de tus melodías,

los poemas que recitabas de memoria.

Nadie te llama con voz de niño, y pide un beso de buenas noches,

 sin embargo,  no dejas de enumerar las tareas que ya no haces,

solo te vuelcas en todas las cosas dejando el aroma de tus manos.

 

Madre, ¿estás despierta? Puedes oírme murmurar,

lo triste es que estés aquí mismo, pero ausente,

ajena al trajín de tu casa, de las flores de tu jardín,

al corretear de tus nietos, desordenando tus pensamientos.

 

Sabemos que ya no  volverás, el tiempo selló tu entendimiento,

urdió una tela invisible a tu alrededor,

te trasladó a una dimensión desconocida

donde no hay nexos con el pasado, presente y  futuro.

Madre, tus hijos ya te están olvidando,

como un mueble que yace en el rincón sin uso,

mas tú no te alteras, no reclamas como antes,

 vagas  en un mundo diferente,

 conversas con fantasmas del pasado que atraen tu  atención.

 

Madre, ensimismada en  un punto invisible

te dejas llevar como un niño,  mientras te alimentan,

te cambian las ropas, te peinan los cabellos,

mientras Ibis, una de tus hijas, entona y te invita a cantar con ella,

eso te gusta, tu memoria  trae el verso y tarareas,

es hermoso  escucharte como si revivieras por un instante,

y vuelves a estar entre nosotras

hasta que termina la melodía…

Hasta que te alejas, sumida en mundos lejanos.