Tratas de
moverte, crees haberlo logrado, pero es pura imaginación, no te has despegado
de esa pared ni un solo ápice. Piensas que los demás están muertos, no hay más ruidos que el acompasado caer del
tiempo. Nadie habla, se queja o grita. Tú estás aterrado,
sabes que todo es consecuencia del
péndulo. No se divisa, pero sabes que existe y que llegará hasta el sitio en
que te hayas inmóvil. Quisieras
retroceder al pasado, aunque sea unas pocas semanas, días, u horas, sin
embargo tu mente esta en blanco, ni siquiera logras recordar cómo te llamas o
cómo luces. La incertidumbre aumenta a medida que tratas en vano de salir de
esa posición. De pronto, esa terrible
campanada que te saca de la tensión para llevarte más allá del pánico. Te
deja semi-aturdido, casi sin control de
tu pensamiento que escapa y por un momento caes en un laberinto oscuro y sin fin.
Vuelves
en sí. ¿Cuándo tiempo ha pasado? No lo sabes, ni siquiera puedes pensar con
claridad sobre el momento que recién ha pasado ¿por qué estás perplejo?
Comienzas a luchar con esa fuerza que te
clava al piso. Tal vez estás igual que los otros, y es sólo tu mente que manda
las últimas fotografías hasta agotar el
disco duro.
Quisieras
recordar, pero es tan difícil, no hay pasado en tu mente, no hay futuro, y el
presente es imposible describirlo. ¿Cómo has llegado hasta esta situación?
¿Sabes acaso quién eres? ¡Nombre!... Buscas en vano en tu vacía caja, ¡un
nombre, por favor! clamas. Nada, por más que luchas en encontrar una respuesta,
tu memoria está borrada. Tratas de gritar,
mas el silencio escapa por una línea dibujada en tu rostro. Te lo digo y no lo entiendes, sé
que estás desesperado, pero no soy el más indicado a calmarte. Espera, el péndulo está bajando, se abre una pequeña
puerta, las campanadas lo anuncian, el público
afuera está a la expectativa. ¡Las doce!, sales pegado a una plataforma circular y junto a los otros, dan
unas vueltas, muy derechos, fijos como figuras de plomo con los rostros pintados.
Se escucha un aplauso y con un giro
automático, la tarima se esconde dentro del gran reloj astronómico de la vieja ciudad
de Praga. Ahora ¿sabes quién eres? Pobre Avaro, ya pronto te repararán, la
lluvia ha hecho muchos estragos en tu despintada cabeza de madera.
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