Tu silencio roza
mi piel en desconsuelo,
sin calma
deambulo bajo tu sombra.
Mira mis manos humedecidas,
un temporal sopla
nostalgias en mis ojos.
Escucha
a mi corazón desolado
preso en la cárcel
de tu ausencia.
Siente
mi gélido cuerpo
vacío de caricias,
desnudo de ti.
El desamparo corroe mis venas,
angustiosa espera.
No hay huellas
que lleguen a mi puerta.
La noche oscurece
todo indicio de vida.
Huele
la tierra, húmeda de llanto.
El sol alumbra otros caminos
no hay tibieza en la mañana.
Y tú, hombre,
¿qué esperas,
no ves que la lámpara se extingue,
su flama se pierde
sin que nada la consuma?
Vamos,
vives envuelto
en una niebla de olvido,
el tiempo se desliza
lánguido de tedio.
Por favor
hombre,
regresa...
Que angustiosa es la espera.... Que bello!!!
ResponderEliminarQuerida AMJ gracias por tu lindo comentario, ya ves que a veces la espera se hace interminable. Besitos de Marianela.
ResponderEliminarEstimada Priscila, el tiempo acompañado es un tiempo que vuela, pero cuando se espera pareciera que el reloj se ha detenido y el corazón se angustia. Besitos de Marianela.
ResponderEliminaruna consciencia vigilante, al margen de la voluntad de elección, un monólogo hecho de esperas desgranadas...
ResponderEliminarMe gusta ese monólogo hecho de esperas desgranadas como lo describes, estimada comadre, cuánto hemos esperado en la vida, pudieramos hacer un monumento a la espera, sería el más alto del mundo, no? cariños de Marianela.
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