Cuando Blanca Nieves cruzaba el bosque se encontró
con el señor Lobo que se cubría del frío
con una piel de oveja.
-Buenas tardes señor Lobo,
¿puede usted darme la hora?
-¿Qué? ¿La hora? ¿Para qué
quieres la hora, no ves que es la tarde?
-Es que vi a un lindo conejito
que corría con un reloj de cadena en su mano. Y se escabulló por aquel árbol.
- Bueno, debe de ser la hora
del té, y ésas deben ser las cinco, ya,
eso es, las cinco, repitió el lobo, mientras estiraba la piel de oveja para que
no le fuera a dar una gripe.
-¿Las cinco?, exclamó Blanca
Nieves, debo apurarme o cerrarán la panadería, mi madrastra me encargó el pan
para las onces.
-Oye, oye, no vayas tan
rápido, ¿no has visto por ahí a una niña con una capita roja y un cesto lleno
de apetitosas cosas?
-No, no he visto a nadie más
que al conejito y debo apresurarme o lo perderé de vista.
-Ya, no te apures, que yo sé
donde vive y podemos conversar un ratito mientras caminamos a su casa, ¿te
parece? Así le damos tiempo a que prepare
algo rico con el té.
-Es que tengo prisa, mi
madrastra puede enfadarse si no llego pronto a casa.
-Ah, deja eso mujer, estás
bien grande como para que te asustes tanto con una madrastra, posiblemente es
una pobre vieja. ¿No?
-Bueno, es algo que repito desde pequeña y no puedo dejar de
hacer, es como costumbre ¿no? Tú me entiendes, lo mismo pasa contigo, si es que
esperas a esa niña de capita roja, te diré que
ya creció hace bastante tiempo y hasta se casó y espera para que te cuente,
que tiene siete enanitos, ejem, digo
niños.
-Oye Blanca Nieves no me
confundas más, hace tiempo que sufro de una rara enfermedad que me hace olvidar casi todo.
-¿No has ido a consultar algún
médico?
-¿Qué crees tú? Lo que le pasa a un lobo no es materia de doctores,
lo más factible es que me manden a un zoológico.
-Sí, tienes toda la razón, a
mí me pasa algo similar, ya no le digo a nadie mi nombre porque creen que estoy
demente. Comienzan a reírse y a preguntarme
si encontré algún príncipe por estos lugares.
Así que mejor me callo y sigo mi camino.
-Oye y ¿de verdad buscas a un
príncipe?
-Por favor, no seas tan
ingenuo, ¿de dónde sacaste tú también que ando en busca de un príncipe?
¿Tengo figura para atraer a un príncipe?
¡La gente inventa cada cosa!
- Bueno no, ahora que te veo
bien, estás un poquito entradita en
carnes y muy canosa. Tal vez ahora harías buena
pareja con don Quijote de Mancha.
-Oye ¿qué te pasa? Sólo tengo
39 años.
- ¡Qué te lo crea el gato con
botas!
-¡Y tú!, mírate todo achacoso
buscando niñas pequeñas, ¡pederasta!
-No, no por favor, eso nunca,
es que la mamá de esa niña siempre le pone cosas muy sabrosas en la cesta y
ella es muy amable, comparte algunas piezas de pollo conmigo. Mírame, si no
tengo un diente, parece que se me cayeron de puro hambre. Y si no fuera por esa
niña ya estaría difunto.
-Pobre, me das mucha pena,
¿tal vez quieras irte a vivir conmigo?
-Gracias, pero no, mejor me
dejas aquí en el bosque y si vienes tráeme algo rico de comer ya, no seas
malita. Eso se llama ecológicamente fusionarse con la naturaleza.
-Sí, no te preocupes, eso
haré, vendré a conversar contigo de vez
en cuando.
-Claro, te estaré esperando,
ah, mira ya hemos llegado.
Por la ventana de una casita
se veía a un conejo colocando la mesa.
-Pasen, pasen, que el té está listo.
-Te dije que el señor Conejo toma onces todos los días a las cinco en
punto. Y hace unos quequitos deliciosos.
-Señor Conejo ¿por qué pasó
tan rápido por mi lado que no pude
hablar con usted? Y ¿por qué
llevaba un enorme reloj de
cadena?
-Ah, eso, lo que pasa es que
te confundí con Alicia, es una vieja pesada que anda en mi
búsqueda para pedirme que la lleve al
país de las maravillas, ¿te das cuenta? Está más loca que una cabra y es
tan insistente que me enfada. Por eso
corrí.
-Oh, ya veo, perdone si lo asusté.
-No es para tanto. Tomen
asiento, ¿cuántas cucharaditas de azúcar?
-Para mí, tres por favor, pidió el lobo con voz muy cortés.
-¿Y tú blanca Nieves?
-Gracias no le pongo azúcar,
ya sabe, por la diabetes.
-¿Tienes diabetes, tan joven?
No, pero me estoy cuidando
pues estoy con sobre peso y eso es malo.
-Claro, escuché que la
abuelita de la Caperucita murió de diabetes, le gustaba todo lo dulce, mencionó
el lobo con tristeza.
-Bueno, no se pongan tristes y prueben esos panecitos de
zanahoria que me quedaron muy ricos.
-Me da mucho gusto estar con
ustedes, exclamó Blanca Nieves, siento
algo que no puedo describir estando aquí, es como si un lazo mágico nos uniera y
formáramos parte de una familia. ¿No les parece?
-Ahora que tú lo mencionas sí,
desde que te vi en el bosque encontré algo familiar en ti, agregó el lobo.
-Pues si ustedes no lo
insinúan, yo tuve la misma impresión. Siento como si en vidas pasadas
hubiéramos sido grandes amigos que
curioso ¿no?
Bueno, si lo permiten nos
podemos encontrar aquí, tomar el té, traer algunos bocaditos para compartir y
platicar, propuso Blanca Nieves.
- Me parece una excelente idea, ya no quiero andar por el bosque
corriendo con este enorme reloj, tan pesado y
a la vez preocupado que esa vieja loca de Alicia me venga siguiendo, mi
cuerpo ya no resiste ese ejercicio, estoy harto.
-Lo mismo digo yo, afirmó el
lobo, ando arrancando de la gripe y con problemas en una pata. Así que si les parece la próxima
semana a esta misma hora nos encontramos en casa del señor Conejo.
Y así quedaron los tres, se
juntaban y platicaban sobre algunos cuentos tontos que escuchaban de bocas de los niños del
pueblo en los que los involucraban, y
ellos se morían de la risa, ¡qué imaginación tiene la gente!
Joaquina Sánchez Fernández Mi querida amiga, aquí si que se unen verdaderos lazos de imaginación en un cuento por tú parte.Felicidades!.Besosss.
ResponderEliminarmuchas gracias amiga Joaquina, jaja los cuentos han crecido y envejecido, besitos de Marianela.
ResponderEliminarbuenísimo, lo pienso como una moraleja, un relato didáctico, una enseñanza variada, por ejemplo, la sociabilidad, la integración y sus distintas capas sociales, la diversidad de opinión, el compañerismo, ... todo ello, y más, de la mano de una gran imaginación en narrativa, como es la tuya, comadre. FELICITACIONES.
ResponderEliminarMuchas gracias comadre Ro, tu opinión es muy valorada, ese análisis es exactamente la base de esta narración. Saludos cariñosos en una noche de lluvia que azota tu región y la mía, dejando muchos estragos a su paso, besitos de Marianela.
ResponderEliminarAndrea Jorquera Jajaja buena! Me encanto.
ResponderEliminarah, qué bueno, besitos de mom.
ResponderEliminarQué entretenidos diálogos! Realmente, sabes tratarlos muy bien y tu imaginación...tal como el final del cuento!
ResponderEliminarBesitos.