sábado, 15 de noviembre de 2014

DISPLICENCIA



Mirada que no ve,  solo un reflejo inicuo
recorre la vereda con rostro cansado.
Fina lluvia moja suave las pestañas del tiempo
que pasa inexorablemente:
indiferencia.

Los pasos avanzan chapoteando desamparo.
Ojos que no ven se alejan,
no escuchan suplica.
Tormentas caen
y se estrellan en un pavimento mojado,
encandilado de tanto llorar en desconsuelo.

Vamos,
le dice al gato que lame su última víctima,
inoportuno el momento, no es el indicado.

Vete tú, le responde el minino.
Vete solo, pordiosero, a tu escondrijo de miseria,
he ganado a la tarde suculento banquete,
en cambio tú,
no has cesado de pedir
con mudas palabras que se estrellan en soledad.
Estás ausente como fantasma sin camino,
andrajoso pasajero,
abandonado de la vida.


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