Cuando despertó
no sabía en donde estaba, ni qué hora era. ¿Cuánto tiempo llevaba durmiendo? La
pieza le era familiar, reconocía levemente algunas cosas, fotos en las paredes,
unas repisas con juguetes, sí, podría decir que le eran familiares. ¿Cuándo
llegó a dormir allí?, no recordaba nada, como si hubiera estado ebria. Una
sonrisa apareció en sus labios, ebria,
repitió, ¿a los ocho años de edad?, era
cómico. De pronto se dio cuentas que estaba conectada a una especie de máscara,
eso la estremeció de susto, de un tirón la sacó y aspiró el aire como por
primera vez.
Pronto escuchó un ruido agudo y continuo que salía de una máquina rara
sobre la mesa. Antes de que se irguiera
a averiguar, su madre entró de sopetón a
la pieza, alarmada por ese sonido, con ojos
inquietante miró el artefacto y luego a su hija que trataba de incorporarse, pero su debilidad no
le permitía sentarse en la cama, un ¡ay!, escapó de su garganta de asombro, no
podía creer, primero pensó en la tragedia, cuando escuchó el pitito
anunciando de que la niña había
dejando de respirar, por eso corrió desesperada, pero su hija estaba sin
la máscara y había salido del coma de quince años, y permanecía mirándola con
una gran pregunta en sus ojos.
Madre, ¿qué pasa?, sólo recuerdo que me golpeé la cabeza cuando caí del
árbol. Hija, qué alegría volver a verte
recuperada, has estado tanto tiempo tendida en esa cama, ¡tanto tiempo!,
repitió la señora con lágrimas en los ojos. ¿Cuánto tiempo madre? Me duele todo
el cuerpo del golpe. La señora con una sonrisa contestó, sólo quince
años querida Laura. ¡Quince años!,
¡tanto tiempo!, ¿cómo? Es increíble, ¿madre, es ésta una broma?, no lo puedo
creer, si….si tengo ocho años, ¿los
tengo?, no entiendo nada.
Se tocó todo el cuerpo y se asustó, ése no era su cuerpo, era un cuerpo de mujer, tenía senos, pero estaba usando pañales
como un bebé, dio un grito desesperado.
¡Mamá, despiértame, tengo una pesadilla! ¿Qué me ha pasado? Sus ojos
mostraban una angustiante pregunta, miró a su madre y la vio envejecida con
unos surcos tristes bajo sus ojos, a pesar de que ahora su rostro tenía una
gran sonrisa. ¡Hija, cálmate, cálmate!, ya te explicaré, no pasa nada malo, por
el contrario, hoy será un día de fiesta, has regresado a nosotros afirmó la
madre.
Por
favor dime que no estoy soñando, que este cuerpo es mi cuerpo, terriblemente
desconocido, dime madre que todo esto es
una pesadilla, por favor, ¡despiértame pronto! Laura cerró sus ojos, por un
instante quiso volver al letargo, tal vez si dormía podría recuperar su
realidad. Era sólo un mal sueño, nada más…
buen relato, comadre, hay sueños tan vívidos que angustian.
ResponderEliminargracias comadre Ro por su linda visita, esperemos que los sueños sean más agradables. Besitos de Marianela.
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